miércoles, 21 de mayo de 2008

PARA COMPRENDER LO DE LAS ESPALDAS DE DYLAN


Dylan actuó para Juan Pablo II en el año 1997 y fue criticado por el actual Papa Benedicto XVI


El día que los puristas del folk norteamericano llamaron traidor al joven Zimmerman

Autor:
Jorge Lamas
Fecha de publicación:
21/5/2008

Corría el año 1965. El presidente norteamericano Lyndon Johnson iniciaba la escalada bélica en Vietnam con la oposición de los círculos estudiantiles de su país. En Newport, una pequeña localidad turística de la costa Este se celebraba una nueva edición del festival folk más importante de Estados Unidos. Un joven de 24 años se presentaba ante un auditorio anclado en las formas musicales que dictaba Pete Seeger, Peter, Paul and Mary, y otros seguidores de la tradición norteamericana.

Aquel Dylan, la gran esperanza del folk, se atrevió a presentarse vestido de cuero y con una guitarra eléctrica. Duró diez minutos en el escenario. «Traidor», «vendido al pop» y otros improperios corrieron del escenario al creador de Blowin' in the wind . Dicen que Pete Seeger trató de cortar con un hacha la instalación eléctrica. Dylan fue obligado a tocar una última canción con su acústica. Fue su adiós al folk. Los tiempos estaban cambiando y Dylan influiría en ellos, pero a un alto coste. Su aportación al rock fue la intelectualización de este género, hasta entonces recluido en clichés populares.

Sus siguientes actuaciones, incluso su gira por las Islas Británicas, estuvieron marcadas por la desaprobación de los puristas que acudían a sus conciertos para silbarle e insultarle. Su respuesta fue tocar de espaldas a ellos. Pura provocación, que recogió documentalmente Martin Scorsese en No direction home .

Dylan siempre se marcó su propio ritmo, dentro y fuera del escenario. Lo hizo cuando se convirtió al cristianismo y cantó para el Papa, o cuando se dejó imbuir por el country . Hace unos años volvió a Newport y realizó un concierto acústico, pero se presentó disfrazado con peluca y bigote postizos. Ahora, rondando los setenta años, Dylan ya no toca de espaldas al público, incluso en Brasil este año coqueteó con una joven que pudo sortear las medidas de seguridad y subirse al escenario. Sí es cierto que no le gusta que le tomen fotos y se sitúa en un segundo plano, incluso algo ladeado. Supongo que a cualquier mito le resulta duro someterse al paso del tiempo. Aunque se llame Bob Dylan.

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