sábado, 3 de marzo de 2012

GALLEG0S POR EL MUNDO



De la ría a las dunas del desierto

Natalia Felgueroso y Michael Álvarez viven desde hace un año en Dubái


Llegaron el 12 de enero del pasado año. Michael firmó como director comercial de la empresa naval Goltens Dubai y se instalaron en Green Community, una urbanización a las afueras «con casas muy grandes y con mucho jardín, y zonas infantiles, que era lo que necesitábamos». El primer mes fue «muy difícil», pero como reconoce Natalia, «aunque la vida es muy diferente, es tan interesante que te adaptas pronto». A ello ayuda que el 90 % de la población sea extranjera, «y enseguida hacemos piña; todo el mundo te ayuda porque se ha visto en la misma situación al llegar, igual que tú ayudas al que viene detrás».

«Todo es espectacular»

Lo primero que sorprende de Dubái, «un lugar en constante crecimiento que están enfocando como destino turístico, con lo que la oferta de servicios de ocio es inmensa», es «la magnificiencia». «El skyline es increíble, y si un edificio es espectacular, el otro lo es más -cuenta-. Está el hotel más lujoso del mundo, de 6 estrellas, el centro comercial más grande y opulento, el Dubái Mall, o las fuentes con espectáculo de luz y música más deslumbrantes... Todo es enorme, y es increíble porque solo hace 40 años que se crearon los Emiratos Árabes como federación, y Dubái está creado a partir de un desierto. Así tenemos estas tormentas de arena tan increíbles».

Advierte que ellos llevan una vida cómoda, pero en Dubái «hay diferentes categorías de ciudadanos». Los europeos y americanos «somos de segunda, después de los locales». «Y la vida es fácil, pero no lo es tanto si hablamos de hindúes o pakistaníes, por ejemplo». En relación a la mujer, «se nota que vivimos en un país árabe». «Necesitas la firma de tu marido para trabajar, abrir una cuenta o comprarte un teléfono -apunta-. Puedes vestir al modo occidental sin mayores problemas, pero con limitaciones. Por ejemplo, en los mall (centros comerciales que son como miniciudades) hay reglas en la entrada, no llevar tirantes, ni minifalda, ni flip flop... Y de comportamiento, no ir de la mano o mantener muestras de afecto en público».

En el Ramadán, también deben seguir unas normas. «Los niños y las embarazadas pueden comer y beber en público, pero en los demás no está bien visto, de hecho en los mall habilitan zonas para poder hacerlo sin ofender». Reconoce que viven «felices», aunque ahora Michael pasa temporadas en Corea por trabajo. «Nuestra intención es quedarnos un par de años y luego, ya se verá ¡Salam malecum!».



«Aunque la morriña durará toda la vida, no vamos a dejar que nos ninguneen»

Ante la escasa posibilidad de encontrar trabajo en España, Lara Agulló regresó a Tromso (Laponia) para realizar un máster.

Lara Agulló, una coruñesa de 26 años licenciada en Ciencias del Mar, que tuvo la oportunidad de disfrutar en el 2007 de su beca Erasmus en Tromso (una de las localidades más pobladas de Laponia). Tras regresar a España y buscar sin éxito trabajo decidió regresar a la ciudad nórdica para hacer un máster en Gestión de Pesquerías. «Muchos de los que hemos venido de Erasmus, hemos vuelto para quedarnos. Cuando yo vine éramos 10 españoles pero este año ya son unos 25 y, de ellos, 4 son gallegos, al ofertar las universidades de Vigo y Santiago plazas aquí. Ahora mismo, la tesis del máster ocupa todo mi tiempo pero, aún así, tengo un pequeño trabajo como asistente de la residencia de estudiantes donde vivo. Cuando acabe, en mayo, buscaré trabajo de lo mío, un doctorado...» Y es que Lara confía en las bonanzas del flexible mercado laboral noruego. «Es muy fácil encontrar trabajo, pero siempre y cuando hables noruego o inglés. El idioma de aquí es muy importante en empleos sin cualificación, como para cajero de supermercado o dependiente, en los que se trabaja de cara al público».


«Aquí a xente traballa máis a gusto e é máis produtiva»

Carolina Lombera llegó en septiembre a Rissa. Tras encontrar trabajo como profesora valora las condiciones laborales de Noruega. No teme al frío: «Teño pasado máis en Santiago».

Carolina Lombera, una joven de Catoira de casi 28 años, huyó en septiembre del paro y de los trabajos precarios y temporales que había tenido hasta ese momento y puso rumbo a Rissa, una pequeña localidad situada en el centro de Noruega. «Decidín probar sorte e contei co apoio de familiares, que levan vivindo aquí moito tempo. É unha ventaxa porque tiña a comida e o aloxamento cubertos». En su caso, otro valor en alza fue el ser Licenciada en Filoloxía inglesa, unos estudios que le abrieron muchas puertas, aunque no todas. «Sinceramente, eu tiven moitísima sorte e atopei traballo de profesora de español nun instituto aos dous meses de chegar. Pero non é sinxelo atopar emprego senón tes titulación nin dominas o idioma. Eu aínda sobrevivo co inglés pero tamén perdo moitas oportunidades ao non saber noruego. De feito, estou facendo un curso, para aprendelo o antes posible. O inglés só é suficiente en determinados traballos, como no das compañías multinacionais».

«Eu aínda sobrevivo co inglés pero tamén perdo moitas oportunidades ao non saber noruego»




«Si hay que vivir en el Polo Norte para que se valoren tus conocimientos, aquí me quedo»

Dos emigrantes gallegas, a las que ni el frío polar ni el desorbitado nivel de vida, han logrado echar por tierra sus ansias de trabajar, ponen el acento en la importancia de los idiomas, imprescindible pasaporte y peaje para lograr un empleo. Eso sí, a ellas el mito laboral noruego no se les ha caído.

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Información LA VOZ DE GALICIA

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