lunes, 13 de diciembre de 2010

José Camarón Boronat


(Segorbe, (Castellón), 1731 - Valencia, 1803), Pintor, grabador e ilustrador español, fue uno de los pintores valencianos más destacados de la segunda mitad del siglo XVIII.

Nació en Segorbe el 18 de mayo de 1731, y al bautizarle el mismo día en la Catedral, costumbre de la época, se le impusieron los nombres de José, Ignacio, Félix, Joaquín y Pascual. Antes, había nacido Joaquina Ana y después, Francisca. Fueron sus padres, Nicolás Camarón, oriundo de Huesca, y la segorbina Damiana Boronat Montserrat, hermana del pintor miniaturista y canónigo de la Catedral, Eliseus. Procedente de una familia de artistas, fue padre del también pintor José Camarón y Meliá, cuyas pinturas se confundieron a menudo con las de Boronat, al firmar ambos de la misma forma: «José C.».


Camarón Boronat se formó primero en el taller de su padre, el escultor Nicolás Camarón; siguió sus estudios bajo la dirección de su tío, el pintor de miniaturas Eliseus, que le transmitió un virtuoso detallismo, y después, por un breve periodo de tiempo, con el pintor rococó Miguel Posadas. En 1749 Camarón se trasladó a Valencia cuando tenía 18 años y habiendo fallecido su padre, comenzó a estudiar la pintura, que era su gran afición. Allí permaneció hasta que en 1752 se marchó a Madrid para completar su formación. Probablemente acudió al taller del pintor y miniaturista valenciano Francisco Bonay y, quizá, a las clases de estudio de la Academia de San Fernando, donde Corrado Giaquinto dejó huella en su estilo.

El 10 de enero de 1758, Camarón contrajo matrimonio en la ciudad episcopal con la muchacha de Segorbe Juana Meliá Palomero, instalando allí el primer domicilio de la pareja, antes de establecerse en Valencia. Al año siguiente nació su primer hijo, Joseph Bentura y en 1760 José Camarón y Meliá, todos pintores de alto nivel, como los hijos que fueron llegando después: Manuel, Rafael y Eliseo.

Falleció el 14 de junio de 1803 en Valencia, un año después que su esposa. Fue inhumado en la Capilla de las Almas de la Iglesia de San Esteban de la capital levantina.

La tradición artística familiar continuó, engrandeciendo el apellido Camarón. Su nieto, Vicente Camarón Torra, fue un paisajista notable, pintor de Cámara de Isabel II. El oficio fue transmitido de generación en generación y la dinastía se ha perpetuado hasta nuestros días, a través de sus tataranietas Adelaida y Elena, mujeres del tiempo de hoy, que han mantenido vivo el recuerdo del pintor Camarón.

En su primera etapa se dedicó a la pintura de paisajes, pintó miniaturas y copió a los maestros del barroco, como Tiziano, Rubens, Van Dyck y Murillo. En 1754 regresó a Valencia, donde fue nombrado profesor de pintura en la recién creada Academia de Santa Bárbara. La Academia de San Fernando de Madrid le aceptó en 1762 como miembro de mérito, y en 1768 figura entre los fundadores de la Academia de San Carlos, donde desempeñó la plaza de Director de Pintura, vacante desde el fallecimiento de Cristóbal Valero en 1790, y entre 1796 y 1801 el puesto de Director General.


Fue amigo de Francisco Pérez Bayer, quien le encargó que decorara con sus pinturas la iglesia de Santo Tomás de Villanueva, que estaba acabando de construir en Benicasim, (Castellón). Además de este trabajo, Pérez Bayer, le encargó otros tantos que se encuentran en distintos organismos valencianos y catalanes.

Camarón Boronat fue un buen docente y un pintor fecundo que trató todos los géneros. Realizó numerosas pinturas de carácter religioso y profano, alegorías, retratos, paisajes y marinas. Dominó la pintura de caballete, la miniatura y las técnicas del fresco y del pastel. En lo que se refiere a la pintura religiosa, resaltan los veinte retablos realizados entre 1781 y 1783 para la catedral de Valencia; en Madrid está presente en los lienzos de la serie de San Francisco el Grande (1788-1789), en la que colaboraron muchos de sus contemporáneos. A pesar del gran número de obras religiosas conservadas de su mano, son las escenas de género la parte más lograda e innovadora de su obra. Éstas destacan por su carácter festivo y por sus protagonistas estilizados, de los que emana un típico encanto rococó a la española, creado por medio de pinceladas cuidadas y tonalidades alegres.


Muchas de las delicadas escenas galantes de Camarón se acercan a las exquisitas composiciones de Antonio Carnicero o de Luis Paret y Alcázar. En las dos escenas que guarda el Museo del Prado -que durante un tiempo estuvieron atribuidas a Carnicero- dispone Camarón sus figuras con las características actitudes gráciles e insinuantes gestos ante un idílico jardín refinado, escenario de galanteo amoroso, protagonizado por un pueblo castizo, pero elegante. Camarón produjo también un sinnúmero de dibujos para estampas, grabadas algunas por él mismo. Entregó, por ejemplo, veinticinco ilustraciones para Vida, excelencias y muerte del gloriosísimo Patriarca S. José, de José de Valdivieso. Creó las treinta y una láminas para la edición del Quijote de 1777, y en 1797 realizó las ilustraciones correspondientes de la edición de lujo de Pellicer.

De entre sus obras cabe destacar los frescos de la catedral segorbina que inició en el año 1800. Tras su muerte, ocurrida tres años más tarde, la obra fue continuada por su hijo Manuel Camarón Meliá que la finalizó en 1806.

En su día, uno de los dos teatros que existieron en la ciudad llevó el nombre de este pintor segorbino. Hoy en día un colegio de la población lleva su nombre, Colegio Público Pintor Camarón.

(Información obtenida de Wikipedia)

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