jueves, 15 de julio de 2010

RUBENS Y REMBRANDT


Hasta sus admiradores más devotos admiten que no fue solo su genio lo que llevó a Rubens a la cumbre de su profesión. El contraste entre su carrera y la de Rembrandt muestra, tal vez de lo más claramente, que ese algo inescrutable - la suerte, el destino, la providencia, o como se le quiera llamar - es necesario para coronar con éxito a la grandeza. A los 25 años, Rubens, hijo de padres católicos de la clase alta, llevaba ya dos años viajando por Italia. A la misma edad, Rembrandt hijo de un molinero y de la hija de un panadero, pasó de Leyden a Amsterdam, de donde no saldría jamás. Rubens, que era instruído y hablaba con facilidad cinco idiomas, encontró sus clientes entre la realeza.


Rembrandt, quien supuestamente "leía solo holandés y aun eso ocn dificultad", trabajó para la burguesía holandesa. Ambos tenían treinta años cuando compraron su funca urbana y ambos pagaron aproximadamente la misma cantidad por su compra. Las dos casas tenían fama por sus tesoros artísticos; pero mientras que Rubens era un coleccionista conservador y juicioso de obras de primera categoría, Rembrandt compró ávida e indiscriminadamente cualquier cosa que excitara su imaginación


Acudía a menudo a las subastas públicas donde compraba trajes usados y pasados de moda que le parecían extraños y pintorescos. Y, a pesar de que a veces estaban sucísimos, los colgaba en las paredes de su estudio entre las cosas hermosas que tambien se complacía en poseer; por ejemplo, toda clase de armas antiguas y modernas - flechas, alabardas, puñales, sables, navajas y cosas de esta índole - tambien cantidades innumerables de dibujos exquisitos, estampas, medallas y cosas semejantes. Ademas merece gran elogio por una cierta prodigalidad extravagante suya, es decir, por la gran estima en que tenía su arte, siempre que se subastaran objetos que pertenecian a él, especialmente pinturas y dibujos de los grandes, ofrecía, en su primera puja, un precio tan alto que nunca hubo un segundo postor.


Hendrickje Stoffels como flora

En 1565, cuando Rembrandt contaba 50 años, se le declaró insolvente. Sus colecciones, que habían sido valoradas en más de diecisiete mil florines, hubieron de venderse. Proporcionarion cinco mil florines. Dos años más tarde se vio obligado a vender su importante casa con una pérdida considerable y a trasladarse a una vecindad pobre. El curso descendente de sus circunstancias comenzó poco despues de 1642, cuando murió su esposa Saskia. Su lugar en la casa fue ocupado por la viuda de un pregonero a quien los biógrafos se referían discretamente como la niñera de su hijo

Rembrandt -Hendrickje Stoffels bañandose en el río

Entonces, en 1645, Hendrickje Stoffels entró en la vida del pintor. La habían cogido como criada pero pronto se convitió en amante, con lo cual la viuda del pregonero demandó a Rembrandt por falta de palabra. El larguísimo pleito fue resuelto en 1650 cuando a la demandante se le declaró demente y se la encerró en un asilo. A pesar de las fuertes protestas de la iglesia. Rembrandt nunca legalizó sus relaciones con Hendrickje, porque según las clausulas del testamento de Saskia habría perdido las rentas de su herencia por haberse vuelto a casar

A los cincuenta años Rubens tambien era viudo, pero durante sus frecuentes ausencias de su casa sus hijos estaban bien cuidados por guardianes responsables hasta que trajo a casa a su segunda esposa.


Ambos maestros tenían sesenta y tres años cuando murieron - Rubens era rico, honrado, en la cima de su fama; Rembrant pobre y, aunque no tan olvidado por sus contemporáneos como quieren hacer creer algunos escritores, muy lejos del cénit de su renombre. Durante toda su vida Rubens había estado en perfecto acuerdo con la sociedad en la cual se movía; Rembrant, con sus "usos extravagantes" y su "caprichoso modo de vivir", era "de muy diferente carácter de los demás hombres"


Su "fea cara plebeya" nos contempla desde innumerables autorretratos- bullicioso en su temprano retrato doble con saskia, tenso en su madurez, abatido y ajado en sus últimos años, proclamando siempre, casi audiblemente, la esencia de sus pensamientos y sientimientos en cada época de su vida.


Los autorretratos de Rubens, mucho menos numerosos, muestran, desde el primero hasta el último, un hombre garrido, de educación y gusto impecables, seguro de si mismo e imperturbable; un artista ni engañado por ilusiones ni corrompido por el éxito, a quien la riqueza llegó como el corolario digno de una vida bien vivida.

CATEDRA- arte, grandes temas

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