viernes, 16 de julio de 2010

Tras las huellas del Golem






Hoy toca una de leyendas. Hablamos del Golem. Hablamos de la criatura más enigmática que habita en las calles de Praga, su mítico origen y su vuelta a la tierra en las circunstancias más dramáticas.

Pero antes nos situamos en una fecha. Es la última aparición de la que se guarda memoria. En Praga algunas leyendas se toman bastante en serio, y esta es una de ellas. Los abuelos del barrio judio pueden sentir un punto de orgullo recordándolo. La fecha no es la de un cuento de la Edad media. Es mucho más reciente. Ocurre en 1942.

II Guerra Mundial. Ocupación alemana de Checoslovaquia. La Wehrmacht, el ejército de Hitler, avanza por las tierras de Bohemia como un cuchillo atravesando la mantequilla. La comunidad judia va a pasar enormes padecimientos. En 7 años, entre 1938 (año de la anexión de los sudetes) y 1945 (tras la salida de los últimos alemanes), desaparecen tres cuartas partes de la población judia de Praga. Muchos, asesinados. La mayoría, enviados a campos de concentración. Los menos -los más afortunados – pudieron huir al exilio. Las tropas nazis toman sin dificultades la capital checoslovaca.


Sin embargo, aquí aparece el mito. En Josefov, en medio del gueto judio. Aquí los soldados alemanes encuentran una resistencia inesperada.

En estas calles del viejo gueto judio habita una criatura que no es humana. Una criatura nacida del barro y de los conjuros pronunciados siglos por la boca de un anciano rabino. Una criatura sin alma, sin cerebro, pero puesta sobre la tierra con un único fin: proteger al pueblo judio de los ataques de sus enemigos.

Según las crónicas, los restos del Golem descansan escondidos en la azotea de la Staronova sinagoga (la sinagoga Vieja-Nueva, la más antigua de Bohemia, la segunda más antigua de Europa central). El espíritu del Golem había permanecido inactivo cientos de años. Pero en la II Guerra mundial se cuenta que volvió a la vida. No podía continuar inerte

Es el año 1942. Hay registro documental de lo ocurrido. Dos soldados alemanes – dos altos cargos de las SS- suben a inspeccionar la azotea donde según la leyenda, el rabino Löw escondió los restos del Golem. Consta la hora en la que entraron. Se les vio subir. Nunca más, sin embargo, se les vio regresar.


Las autoridades alemanas fueron avisadas. Por lo que pudiera pasar (o al menos, para no alimentar rumores) el delegado de Hitler en Bohemia, Reinhard Heydrich, toma una decisión drástica: sellar el desván, la parte superior de la Sinagoga.

Jamás sabremos si allí se escondían miembros de la resistencia anti-nazi o un formidable monstruo de piedra y arcilla. Todavía hoy ese desván permanece cerrado. Nadie ha vuelto a entrar. Sintiéndolo mucho, para los turistas la habitación del Golem no está disponible.



La corte del rey chiflado

El Golem es una de las criaturas más conocidas de la mitología hebrea y también uno de los muchos emblemas del merchandising de Praga que pueden encontrarse en las tiendas de recuerdo. Aquí es fácil encontrar gorras del Golem, postales del Golem, llaveros del Golem y hasta peluches para niños con la forma del Golem. El Golem es algo tan propio de Praga como el medio litro de cerveza a un euro, los camareros hoscos o el imán que tienen los checos para ser invadidos por cualquier ejército con suficiente tiempo libre.


Nació aquí. En la segunda mitad del siglo XVI. Como otras muchas cosas esotéricas, tuvo que pasar durante el reinado de Rodolfo II,el rey más interesante que han tenido los checos, un monarca al que los asuntos de Estado le aburrían bastante, que andaba obsesinado por la magia negra y que decidió fundirse (literalmente) el oro de la corona en traerse a la capital a todos los alquimistas, magos, astrólogos y brujas que deambulasen por Europa.

Debieron ser tiempos dignos de verse. Los bichos raros eran subvencionados. Praga pasó a ser la capital mundial del friquismo. La casa de Rodolfo II parecía más un circo que la corte principal del Sacro Imperio Romano Germánico.

Es en esa misma época cuando, en el barrio judio, el rabino Löw, el sacerdote supremo de la comunidad hebrea, da con la fórmula de crear vida a partir de la materia inerte. Una noche se acerca al rio Moldava, toma arcilla, dibuja una estrella de David y a partir del barro forma una figura de forma humana. A continuación le dibuja en la frente una palabra hebrea (“Emet”, verdad en hebreo). También le introduce en la boca una tabla con palabras de la Torá. En ese momento cobra vida. El Golem empieza a moverse


Jugando a ser Dios.

En principio el Golem fue bastante práctico. Cumplia cualquier orden. Era mejor que cualquier criado. Hoy le podríamos pedir que nos hiciera los deberes, o que bajase la basura por la noche. Entonces trabajaba ayudando a los judios en sus labores cotidianas de sol a sol. Aunque había que tener cuidado. Un Golem carece de cerebro. Las órdenes deben ser literales y precisas. Se cuenta que una mujer una vez le mandó tomar un cubo e ir a por agua, y cuando regresó a casa se la encontró totalmente inundada porque se le olvidó indicar cuánta agua quería. El Golem, como digo, tenía estos descuidos, pero por lo general era amable con los suyos.


Otras veces no era amable en absoluto. Las tareas domésticas eran un aspecto secundario. El rabino Löw lo había creado con una función: proteger a su pueblo. Los judios permanecían entonces encerrados en el Gueto, apartados del resto de la ciudad, y por si fuera poco cada cierto tiempo se producían ataques antisemitas, en los que de madrugada se encontraban con bolas de fuego cayendo sobre sus casas. Desde que contrataron al Golem como empresa de vigilancia los racistas dejaron de fastidiar por un buen tiempo.

¿Qué pasó al final con el Golem? Como pasa en Frankenstein (un mito que guarda más de un punto en común con esta historia), jugar a ser Dios acaba siendo un mal negocio. Al crear su criatura a partir del barro, el rabino Löw había repetido los pasos realizados por Dios al crear a Adán. Pero el Golem acabaría escapando de su control.

El Golem debía dormir cada sabbath (el día sagrado de los judios). Pero un sábado la hija del rabino se puso gravemente enferma. El bueno de Löw olvida retirar de la boca de su criatura las tablas con las letras de la Torá. Un descuido leve, pero fatídico. El Golem enloquece y no atiende a órdenes. Se escapa de casa y arrasa todo cuanto encuentra a su paso. En su locura, derriba varias casas y acaba con la vida de varios judios. El protector se ha convertido en un asesino incontrolable.


Volverá

Alertados, los judios se reúnen con el rabino Löw. Le piden que acabe con la criatura. El Golem no es una bendición, es una amenaza.El rabbi se muestra de acuerdo. Y así, apenado, se acerca hasta su criatura. Al ver a su padre, el Golem se tranquiliza. Entonces Löw le borra una letra de su frente. En lugar de Emet (verdad), la palabra que queda es Met (muerte). El Golem pasa a ser de nuevo únicamente una figura de barro. Y en ese estado, el rabino Löw lo desmonta y lo sube a lo alto de la sinagoga.

Aquí, en la planta alta de la sinagoga de Staronova, el Golem ha permanecido desde entonces. . En algunas versiones se dice que despierta una noche cada 33 años. Otras fuentes aseguran que nunca murió del todo, y que, como ocurrió con los soldados alemanes, la cólera del Golem volverá si el pueblo elegido se ve nuevamente amenazado.

Conviene, por tanto, tener cuidado. Si se atraviesa por el barrio judio, más vale medir las palabras. Pasar por delante de esta sinagoga y hacer un chiste malo sobre judios podría tener consecuencias bastante funestas.

HISTORIAS DE PRAGA- WORDPRESS

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