miércoles, 6 de enero de 2010
FARO
En las noches de luna y clavel,
de Ayamonte hasta Villarreal,
sin rumbo por el río,
entre suspiros,
una canción viene y va,
que la canta María
al querer de un andaluz.
María es la alegría
y es la agonía
que tiene el Sur,
que conoció a ese hombre
en una noche
de vino verde y calor
y entre palmas y fandangos
la fue enredando,
le trastornó el corazón.
Y en las playas de isla
se perdieron los dos.
Donde rompen las olas
besó su boca
y se entregó.
¡Ay, María la Portuguesa!
Desde Ayamonte hasta Faro
se oye este fado
por las tabernas,
donde bebe 'vinho' amargo.
¿Por qué canta con tristeza?
¿Por qué esos ojos cerrados?
Por un amor desgraciado.
Por eso canta, por eso pena.
Fado
porque me faltan sus ojos.
Fado
porque me falta su boca.
Fado
porque se fue por el río.
Fado
porque se fue con la sombra.
Dicen que fue el "te quiero"
de un marinero
razón de su padecer,
que una noche en los barcos
de contrabando
pa'l langostino se fue.
Y en las sombras del río
un disparo sonó
y de aquel sufrimiento
nació el lamento
de esta canción.
Hoy estuve en FARO. Una visita rápida debido a la lluvia. Es una pequeña ciudad, interesante de momento. La parte histórica está seriamente amenazada. Se nota mucha dejadez y las garras de la "revolución horribilis" está a punto de atrapar lo que queda. Las pequeñas casitas, no todas interesantes, pero parte de la historia no tardarán en caer para ser sustituidas por terribles bloques de cemento. No aprenderemos nunca.
He leído en EL PAIS que el TRIBUNAL SUPREMO ha dicho que los políticos tienen que pagar por la destrucción del medio ambiente. Estoy totalmente de acuerdo, hasta que deje de quedar todo en una mera sancion administrativa esto no va a parar.
Portugal es Portugal,una filosofía de vida totalmente distinta a la nuestra. Fui a tomar algo al bar del nautico en la Marina en Faro. Las paredes desconchadas y llenas de humedad, unos pocos clientes sentados en las sillas de plástico y una chica detras de un mostrador. Me acerqué y le pedí un Martini. Me preguntó si quería hielo y limón y le dije que si. Cuando me lo trajo a la mesa me dijo que no tenia ni hielo ni limón y se quedó hablando con una señora que tenía una bufanda atada en la cabeza. La mujer le habló de los males que le estaban aquejando y la chica la miraba con cara de compresión. Otra pareja mayor le preguntaba a un nieto que iba a querer para comer y mientras esto sucedía entró un cliente, leyó durante un rato un trozo de periodico antiguo que había por allí y se marchó sin servir...esto todo sin malas caras, ni gritos.
Me senté al lado la de vidriera que daba al mar. Uno de los clientes que estaba leyendo un libro en alemán se levantó cojeando, bajó al muelle y con gran esfuerzo se metió en una pequeña barquita, encendió el motor y se fue. Al cabo de un rato, otro, con pinta tambien de extranjero hizo lo mismo, pero éste metio una bicicleta pleglable en su barca. Cuando dio el giro para salir del puerto, salí para ver a donde iban. Un tren de cercanías pasa por detras del Nautico y detrás todo es una marisma. Muy bonito, si. No me extraña que se sientan bien....hasta que estropeen el paraiso
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