martes, 30 de junio de 2009
Alexey Venetsianov
(1780 - 1847)
Alexey Gavrilovich Venetsianov era hijo de una familia de origen griego. Entró al servicio del estado y a principios de 1800 fue enviado a St. Petersburgo, donde, en su tiempo libre empezó a estudiar arte. Se hizo amigo de un pintor relevante de la época, Vladimir Borovikovsky, y se fue a vivir con el.
En 1819, deseando dedicarse al arte por completo, Venetsianov dejó su trabajo y se fue a vivir a Safonkovo en la provincia de Tver. Decidió pintar la vida que le rodeaba: campesinos y escenas de la vida rural. Sus obras tuvieron mucho éxito en una exposición de 1824, y recibieron buenas críticas.
Venetsianov quería llegar a ser profesor en la escuela de bellas artes, pero los académicos lo rechazaron. Pero Venetsianov se sentía un profesor por vocación. A finales de 1810s empezó a dar clases a gente joven y así estableció su propia escuela de pintura. El zar Nicholas I, le nombró pintor de Corte y esto le proporcionó financiación para sostener la escuela porque las clases eran practicamente gratuitas.
Venetsianov murió en un accidente en 1847: sus caballos se desbocaron y el coche se despeñó por una colina.
Jean-Louis Voille
Woman in Blue
Portrait of Princess Anna P. Gagarina, nèe Lopukhina.
Portrait of Catherine Stroganova (1769-1844) as a Child
(c.1744-c.1803)
Jean-Louis Voille nació en Paris en 1744. Desde principios de 1770 Voille trabajó en Rusia,aproximadamente en 1780 se convirtió en pintor de heredero de la corona, El Gran duque Pavel Petrovich (futuro emperador Paul I). A mediados de los 90 volvió a Francia: Catalina II ofreció a todos los franceses residentes en Rusia que renunciasen a la revolucion francesa, y Voille se negó y volvió a Paris. Volvió a St. Petersburgo despues de que Napoleon I usurpara el poder y la republica francesa se convirtiera en Imperio.
Maxim Vorobiev
Maxim Vorobiev
(1787-1855)
Maxim Nikiforovich Vorobiev Se graduó en St Petersburgo.
En 1814 se hizo catedratico y enseño en la facultad de Bellas Artes. Entre sus alumnos se encuentran Ivan Aivazovsky, Alexey Bogolyubov, L. F. Lagorio, los hermanos Tchernetsov y otros. A pesar de su dedicacion intensiva a la enseñanza, pintó toda su vida.
LEMA DE LAS MUJERES
lunes, 29 de junio de 2009
UNA LEPERA EN EL AVIÓN DE IBERIA
UNA LEPERA EN EL AVIÓN DE IBERIA
Una lepera toma el avión a Nueva York con un pasaje en clase
económica.
Cuando sube al avión busca su asiento y se encuentra con los asientos
de primera clase.
Viendo que estos son mucho más grandes y confortables, decide
sentarse en el asiento que tiene su número.
La azafata revisa su billete y le dice a la chica que su asiento es de
clase económica.
La lepera responde:
- Soy joven, lepera y bonita, y voy a sentarme aquí hasta llegar a
Nueva York y a mi nadie me mueve.
Frustrada, la azafata va a la cabina y le informa al Capitán del
problema con la pasajera.
El Capitán envía al Copiloto a hablar con la lepera y le confirma que
su asiento es de clase económica.
La Chica responde:
- Soy joven, lepera y bonita, y voy a sentarme aquí hasta llegar a
Nueva York y que no se diga nada más.
El Copiloto no quiere causar problemas por lo que se retira a la
cabina para comentarle el problema al Capitán...
El Capitán dice que su novia también es lepera y que el puede hacerse cargo del problema.
Así que va a ver a la muchacha, le susurra algo al oído.
Ella inmediatamente se levanta y dice:
- Muchísimas gracias -... abraza al Capitán y se va a sentar a su asiento de clase económica.
El Copiloto y la Azafata , quienes estaban observando alucinados la escena, corren a preguntarle al Capitán que le había dicho a la lepera para convencerla.
El Capitán les dice: - ¡Le dije que esos asientos no van a Nueva York!
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(Pido perdón a los de Lepe, pero de gallegos tambien cuentan muchos)
EL VESTIDO DE NYLON
Mi padre había traído de Venezuela unas telas maravillosas de nylon. Mi madre se hizo un vestido que solo se puso una vez porque lo consideró, en la primera puesta, atrevido. Muy escotado y demasiado transparente, decía.
Otra de las telas, blanca con lunares azules, le gustaba pero la descartó para ella despues de comprobar lo que pasaba con el nylon. Un día la llevó a la modista y encargó un vestido para mi. El resultado final fue "un vestido de princesa", lleno de vuelos y volantes. Cuando me lo ponía, ante la primera mirada de cualquiera, yo giraba y giraba para que el vestido hinchara y causara más admiración si cabe...pero un día, en uno de aquellos giros, el vestido se enganchó en una punta y quedó practicamente partido en dos.
Mi preocupación no era haber estropeado el vestido, no, el problema estaba en "ocultar el cuerpo del delito". Cogí una aguja, le pasé un hilo por lo roto y lo colgué cuidadosamente en el armario.
Pasó algún tiempo y cuando yo imaginaba que el dichoso vestido de "topitos" estaba olvidado, un día mi madre me pidió que la acompañara de compras. Cuando ya ibamos a salir (dichosa memoria de los mayores) me dice "ponte el vestido de lunares". De nada valió lo de: ¿Cual? No me acuerdo cual es..... ¡PONTE ESE VESTIDOOOO!Ah vale. Mientras me vestía me machacaba el cerebro: No te pongas delante! Vete siempre a su lado!
Nos recorrimos todo el centro de Vigo. Recuerdo la cara de mi madre Lola, tan llena de satisfación, tan orgullosa de su hija. La gente me miraba y ella "ah, lo comprendo, lo comprendo". Todo fue bien hasta que estabamos cerca de casa, me despisté, eché a correr.....ella gritó: Para! Ven aqui que llevas el vestido levantado!
Menos mal que aun no había programas como La Noria, ni nada parecido. Lo que habría disfrutado aquella mujer contando a todo España y al resto del mundo lo que "LA COSA ESA", (su hija), le había hecho. Yo escuchaba cuando se lo contaba a sus amigas. No me habían visto una docena de personas, ni unos miles, no, mi madre convirtió Vigo en Nueva York y millones de personas habían visto mi trasero.
domingo, 28 de junio de 2009
Jean-Antoine Watteau
(1684-1721)
La inquietud de la época la encarna el mayor pintor que dio, en Francia, el siglo. Jean-Antoine Watteau (1673-1721) fue también el pintor que ejerció más influencia entre sus contemporáneos, y sin discusión es uno de los primeros artistas de la Europa contemporánea. Nacido en Valenciennes, llegó a París en 1702 y tuvo por maestro a Claude Gillot, enamorado de los temas de la Comedia Italiana, predilección que supo transmitir a su joven discípulo. Sin Watteau, la pintura francesa del siglo XVIII habría perdido su mayor profundidad y seguramente hubiera sido como una suerte de período de cambio y cierta efervescencia que se pierde en su propia volatilidad. De alguna manera, Watteau logra con su obra apuntalar una corriente que corría el riesgo de pasar desapercibida.
Una melancolía crepuscular invade el ambiente de esas fiestas, conciertos o conversaciones que tienen lugar sobre fondos magníficos de parques. Quizá el impulso vital del rococó y del optimismo del siglo no podían ahogar del todo la certeza de la enfermedad. En estas pinturas, Watteau acudió a menudo, como a un subterfugio, a la excusa de la representación teatral, porque halló en los personajes de la Comedia Italiana (entonces tan en boga en París) una forma de anular la realidad mediante una ficción llena de gracias; así tales personajes, su Dominique, el Indiferent, Finette, etc., son como seres de fantasmagoría que el artista viste, no sólo de sedas, sino de cambiantes caracteres humanos. Las amplias perspectivas de árboles que se pierden a lo lejos -a veces (como en el Embarquement) en una cálida atmósfera de neblinas doradas-, su misma insistencia en representar en sus pinturas a personajes vueltos de espaldas, son ya como una declaración de anhelos insatisfechos que nunca esperan colmarse.
La pintura de Watteau es, en este sentido, una manifestación de nostalgia aguzada por la decepción. Incluso en L'enseigne de Gersaint, donde quiso ser realista, e intimista, este concepto de la fragilidad humana se revela en los reflejos, imprecisos, de las telas sedosas que visten sus personajes. Sus mejores imitadores, J.-B. Pater (1695-1735) y Nicolás Lancret (1690-1743), en sus temas amables, inspirados en la pastoral y la fácil galantería, no supieron recoger la calidad nerviosa, vibrante y profunda de su maestro.
historia del arte
La inquietud de la época la encarna el mayor pintor que dio, en Francia, el siglo. Jean-Antoine Watteau (1673-1721) fue también el pintor que ejerció más influencia entre sus contemporáneos, y sin discusión es uno de los primeros artistas de la Europa contemporánea. Nacido en Valenciennes, llegó a París en 1702 y tuvo por maestro a Claude Gillot, enamorado de los temas de la Comedia Italiana, predilección que supo transmitir a su joven discípulo. Sin Watteau, la pintura francesa del siglo XVIII habría perdido su mayor profundidad y seguramente hubiera sido como una suerte de período de cambio y cierta efervescencia que se pierde en su propia volatilidad. De alguna manera, Watteau logra con su obra apuntalar una corriente que corría el riesgo de pasar desapercibida.
Una melancolía crepuscular invade el ambiente de esas fiestas, conciertos o conversaciones que tienen lugar sobre fondos magníficos de parques. Quizá el impulso vital del rococó y del optimismo del siglo no podían ahogar del todo la certeza de la enfermedad. En estas pinturas, Watteau acudió a menudo, como a un subterfugio, a la excusa de la representación teatral, porque halló en los personajes de la Comedia Italiana (entonces tan en boga en París) una forma de anular la realidad mediante una ficción llena de gracias; así tales personajes, su Dominique, el Indiferent, Finette, etc., son como seres de fantasmagoría que el artista viste, no sólo de sedas, sino de cambiantes caracteres humanos. Las amplias perspectivas de árboles que se pierden a lo lejos -a veces (como en el Embarquement) en una cálida atmósfera de neblinas doradas-, su misma insistencia en representar en sus pinturas a personajes vueltos de espaldas, son ya como una declaración de anhelos insatisfechos que nunca esperan colmarse.
La pintura de Watteau es, en este sentido, una manifestación de nostalgia aguzada por la decepción. Incluso en L'enseigne de Gersaint, donde quiso ser realista, e intimista, este concepto de la fragilidad humana se revela en los reflejos, imprecisos, de las telas sedosas que visten sus personajes. Sus mejores imitadores, J.-B. Pater (1695-1735) y Nicolás Lancret (1690-1743), en sus temas amables, inspirados en la pastoral y la fácil galantería, no supieron recoger la calidad nerviosa, vibrante y profunda de su maestro.
historia del arte
Franz Xaver Winterhalter
Empress Elisabeth (Sissi)
Portrait of Empress Maria Alexandrovna
Portrait of Empress Eugénie Surrounded by Her Maids of Honor.
Empress Eugénie
Empress Eugénie
The First of May. The Duke of Wellington Presenting a Casket on Prince Arthur's Birthday
Albert Edward, Prince of Wales
The Family of Queen Victoria
Queen Victoria
Queen Victoria
(1805-1873)
Franz Xavier Winterhalter nació en el pequeño pueblo de Mensenschwad en Alemania. Estudió pintura en la Academia de Monaco. En 1835, despues de pintar el retrato del Gran Duque Leopold de Baden, Winterhalter fue contratado como pintor de Corte. Con ese retrato su carrera internacional quedó lanzada. Las familias Reales de Inglaterra, Francia y Belgica le encargaron retratos. Con Napoleon III, Winterhalter fue el principal pintor de la Corte francesa. Aunque Winterhalter nunca tuvo mucho reconocimiento, sus mecenas de la realeza apreciaron mucho sus trabajos. Murió en Frankfurt en 1873.
OPORTO
Ponte Luis I
Río Duero
Casa da Música
Torre de los Clérigos
Importante símbolo de la ciudad de Oporto es esta Torre de los Clérigos, construcción que data del siglo XVII
Ayuntamiento de la ciudad
La Perola da Bolhao
Oporto vivió a fines del siglo XIX un esplendor comercial, que se nota en notables edificios Art Nouveau, destaca la fachada de esta confitería con azulejos ubicada en la rua Formo...
Palacio de Cristal
Puente Arrábida
Catedral de la ciudad
Plaza Ribeira
Ya, de paso que vamos al acuario, nos damos una vueltita por Oporto, ¿no?
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