Marie Bashkirtseff (1858 - 1884)
Además del ruso y francés, que conocía desde la cuna, María habla inglés, alemán, italiano, griego y latín. También muestra gran interés por la música, para la cual estaba especialmente dotada, llegando a tocar el arpa y el piano. Aprende a bailar el ballet clásico de los grandes compositores rusos y su prodigiosa voz de mezzo-soprano la anima a probar suerte en el mundo de la ópera.Además del ruso y francés, que conocía desde la cuna, María habla inglés, alemán, italiano, griego y latín. También muestra gran interés por la música, para la cual estaba especialmente dotada, llegando a tocar el arpa y el piano. Aprende a bailar el ballet clásico de los grandes compositores rusos y su prodigiosa voz de mezzo-soprano la anima a probar suerte en el mundo de la ópera.
A los diecinueve años, cuando una tuberculosis ya irreversible trunca sus proyectos como cantante, decide trasladarse con su familia a París e iniciar allí su carrera en las bellas artes. Alterna sus clases en la Academia del maestro Rodolphe Julian (uno de los pocos establecimientos en que aceptaban estudiantes femeninas) con visitas a balnearios curativos donde encontrar remedio al mal que la va consumiendo. Se dedica a la pintura con el mismo entusiasmo con que lo hizo a la música y ni siquiera su quebradiza salud la disuade de salir a las húmedas y frías calles parisinas a la caza de imágenes que, luego, darán vida a sus telas y cartones.
María no abandona la diaria redacción de su vida, y es a través de sus escritos que sabemos de la lucha titánica de esta mujer por superar su enfermedad. En sus página cuenta el sufrimiento que le producen las curas, llegando a padecer una sordera que la aísla y apenas le permite escuchar las arias de la ópera cuando acude al teatro. Aun así, María no se resigna a perder este personal pulso con la muerte y sigue creando.
El día veinte de octubre de 1884, con sólo veintiséis años, muere María en los brazos de su madre. Sus últimas palabras fueron de elogio a lo que más quería: "¡Mamá... mamá... la vida... es bella!"
María Bashkirtseff pasó como una estrella fugaz por la vida y por el universo del arte, pero le dio tiempo suficiente para dejar huella: tras su muerte, se exponen sus obras (un centenar de óleos y pasteles de indudable valor realista que ahora cuelgan en prestigiosos museos de todo el mundo) y en 1887 se publica el "Journal de Marie Bashkirtseff" con un enorme éxito de público y de crítica, sobre todo en Estados Unidos, Inglaterra y Francia.
"Me parece que nadie ama todo tanto como yo: artes, música, pintura, libros, sociedad, vestidos, lujo, ruido, calma, risa, tristeza, melancolía, farsa, amor, frío, sol; todas las estaciones, todos los estados atmosféricos, las tranquilas llanuras de Rusia, y las montañas que rodean a Nápoles; la nieve en invierno, las lluvias en otoño, la primavera y sus locuras, los tranquilos días de verano y las bellas noches con estrellas que brillan... adoro y admiro todo. Todo se presenta para mí bajo aspectos interesantes o sublimes; quisiera ver todo, tener todo, abarcar todo, mezclarme con todo y morir, y ya que es necesario, morir dentro de dos o de treinta años; morir en éxtasis para experimentar ese último misterio, ese fin de todo, o ese comienzo divino".
Diario de mi vida. Bashkirtseff Marie, traducción de María Elena Ramos Mejía, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1948
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