«No buscaba un galgo, sino un perro que se adaptara a mi carácter y cada día que pasa estoy más contenta. Son animales perfectos para estar en casa, duermen entre 12 y 14 horas al día y quieren una vida relajada». A Mónica Terrado Lage, vecina de Becerreá (Lugo), la adopción de Zoe, una hembra de galgo, le ha supuesto una satisfacción añadida: «Aquella semana la iban a matar. Si tuviera sitio tendría 20 o 30», afirma.
Los más de 50.000 galgos abandonados por cazadores en España cada año viven una situación similar a la de un reo en el corredor de la muerte a la espera de un indulto in extremis. Mónica adoptó a Zoe por Internet en enero, mediante una perrera de Ferrol. El animal procedía de Olivenza (Badajoz), una perrera que genera controversia entre las protectoras de animales, entre otras cosas porque recoge perros abandonados por cazadores cuando ya no son útiles. «Los canes de Olivenza tienen diez días para que los reclame el dueño o encontrar un nuevo hogar. Pasado este plazo, son sacrificados», matiza Mónica.
COMENTARIO- Leo este artículo en LA VOZ DE GALICIA y confirmo "NO ME GUSTAN LOS CAZADORES"
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