domingo, 2 de noviembre de 2008
William Morris
Poeta, pensador, político, pintor y diseñador, William Morris (1834-1896) es una figura singular en la historia inglesa de la segunda mitad del siglo XIX, el artífice del gran impulso renovador en el dominio de la estética y la popularización del arte en Inglaterra y en casi toda Europa.
Nacido en el campo, de familia acomodada, se formó en Oxford donde conoció a los prerrafaelistas y entró en contacto con las ideas del escritor inglés John Ruskin, gran defensor del neogoticismo y destacado teórico y crítico del arte. Influido por este pensador, se apasionó por cuestiones teológicas, de poesía medieval, y durante las vacaciones se dedicó a visitar las grandes catedrales inglesas y francesas. Esta experiencia y su amistad con los prerrafaelistas le llevaron a reflexionar sobre el modelo medieval y a revisar los peligros deshumanizadores de la incipiente sociedad industrial que se estaba generando en su país. Entró en 1856 en el estudio del arquitecto y arqueólogo G. E. Street, autor de The Gothic Architecture of Spain, conoció a Rossetti y dos años después publicó su primer libro poético The Defence of Guinevere.
En 1859 contrajo matrimonio con Jane Burden, modelo de los pintores prerrafaelistas, y junto al arquitecto Philip Webb construyó su propia casa, la Red House, en Upton, un ejemplo arquitectónico verdaderamente importante por hallarse llena de novedades decorativas. Algunos de los artistas de la hermandad prerrafaelista, junto al propio Morris, colaboraron en la decoración de la casa diseñando la mayor parte del mobiliario e incluso las pequeñas piezas utilitarias.
Animado por la experiencia de la Red House, creó en 1861 la firma Morris & Co., sociedad dedicada a proyectos de decoración, vidriería, papeles para paredes, alfombras, etcétera. La compañía funcionaba como un taller y una organización comercial para la producción y distribución de piezas de decoración. Aspiraba con ello a reavivar la nobleza del antiguo artesanado.
A través de sistemas de elaboración artesanales y utilizando materiales de gran calidad, Morris realizó vidrieras, cerámica, mobiliario, tejidos y papeles para paredes. Con estos trabajos quería llevar a cabo sus teorías, defendiendo el protagonismo del artesano, la nobleza del trabajo manual ante la servidumbre de la producción mecanicista y la consideración de que a través del arte el individuo podía mejorar la calidad de vida de la sociedad. La razón social se disolvió en 1873, y entonces Morris pasó a ser el único propietario de aquel negocio que amplió en 1881, con la fábrica de tapices de Merton (Surrey).
Sus ideas sobre un arte socializador le indujeron a una actuación política militante y fue uno de los fundadores de la Liga Socialista. Era necesario cambiar la sociedad, y el arte podía ser uno de los medios. Publicó artículos, dio conferencias por todo el país y participó en manifestaciones.
Personaje polifacético, Morris cultivó también la literatura, practicó el ensayo y tradujo antiguas leyendas nórdicas. Su obra novelada News from Nowhere (1891) tuvo una gran difusión y es la que mejor resume el pensamiento político y social de su autor.
Los últimos años de su vida los dedicó al taller imprenta Kelmscott Press, donde imprimió libros de gran calidad y creó nuevas tipografías de reminiscencias góticas. Editó, entre otros títulos, las obras completas de Chaucer en volúmenes bellamente encuadernados y pulcramente impresos con ilustraciones de gran sensibilidad.
Pero el mérito de Morris ha sido el de haber introducido a través de su labor práctica y teórica una nueva manera de entender el arte y en especial las artes decorativas. Su influencia dio lugar a la aparición de las Arts & Crafts y otros movimientos posteriores, participando plenamente de la concepción modernista sobre la integración de las artes y consecuente revalorización de las denominadas artes menores. Según Morris, cualquier objeto debe estar concebido pensando en su belleza, su función y su calidad. Denunció la fealdad de la producción industrial, el desordenado y sórdido desarrollo de las ciudades y reivindicó la belleza para el entorno humano defendiendo de manera sincera los derechos del pueblo y su acceso al arte. Sus propias palabras son reflejo de un ideario ciertamente romántico: "No quiero el Arte para unos pocos". Pero paradójicamente sus productos resultaron asequibles sólo para unos pocos, ya que la artesanía no podía competir con los sistemas de producción industrial, mucho más baratos. Belleza, sociedad y economía debían resolver aún nuevos litigios.
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