miércoles, 17 de marzo de 2010

Lucian Freud en su taller- EXPOSICION







El más asombroso, provocador y cotizado de todos los artistas vivos de la actualidad artística llega a Francia en una retrospectiva que recoge 50 obras nunca antes vistas. Lucian Freud abre su taller, el espacio más privado de su ejercicio, al Centro Pompidou ( París, Francia ) en una muestra que analiza la importancia del proceso y ofrece una mirada inédita a la producción de este perturbador iconoclasta contemporáneo.


Ante la obra de un artista como Lucian Freud se vuelve a hacer pertinente y necesaria la eterna pregunta relativa al significado del arte ; su uso, su finalidad, todos los porqués que acarrea su disciplina. Freud reconoce que su pintura es una autobiografía sobre el lienzo y que la emoción quizá sea el único motivo. Una pintura obsesiva, cerrada, perfeccionista, que supera los límites de la técnica para recabar valores expresivos que sólo el arte hace visibles. Y, en este submundo de ideas no explicitadas, reina el espacio: aquél donde el artista dispone, reflexiona, ejecuta y crea. Su laboratorio de creación: su taller.

"Metáfora de la pintura", este espacio se convierte en prácticamente inaccesible muchas veces. Un lugar alejado del aquí y el ahora que ofrece una posibilidad al difícil proceso, al desarrollo de la obra. El Centro Pompidou ha logrado traer el taller de uno de los grandes de la pintura contemporánea hasta el espacio público: alrededor de cincuenta pinturas de gran formato, que se completan con una selección de obras gráficas y de fotografías del taller del artista en Londres, se convierten en intersticios de un trayectoria compleja y brillante, que cuenta entre sus grandes éxitos con algunos de los autorretratos y desnudos más famosos de la historia del arte.

En un espacio de 900 m2 han sido reunidas las principales grandes composiciones de este coetáneo de Bacon: sus llamadas Large interiors, junto con las variaciones en torno a maestros antiguos, sus famosos autorretratos y las recientes obras maestras Leigh Bowery y Big Sue. Piezas todas ellas procedentes en su mayoría de colecciones privadas que permiten un acercamiento a la singularidad del trabajo de un artista para quien "la pintura debe ser carne".


Más información: Centre Pompidou

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