miércoles, 19 de mayo de 2010

Henri Rousseau, arte naïf de vanguardia- EXPOSICION










De difícil clasificación, la obra de Henri Rousseau se define por la fantasía, la ingenuidad y una sorprendente intuición en lo relativo a composición y color que supera cualquier atadura o semejanza derivadas de la técnica. Su estilo, reconocido por sus propios contemporáneos antiacademicistas, transita entre la realidad, el surrealismo y un exotismo proveniente de lecturas y jardines botánicos. En el centenario de su fallecimiento, el Museo Guggeheim Bilbao ( España ) dedica un homenaje a este primitivista, padre del arte moderno, que no llegaría a pisar, a pesar de sus ensoñaciones, ni una sola de las magníficas junglas que crearía para sus extraños y originales cuadros.


La exposición, organizada en colaboración con la Fondation Beyeler, cuenta con alrededor de cuarenta obras maestras de Rousseau que conforman una visión en retrospectiva de lo que fue el conjunto de la producción de este autor metódico e innovador. La dedicada atención con que ejecutaba cada uno de sus cuadros originó que no fuera muy prolífico, motivo por el cual se hace todavía más excepcional la oportunidad de disfrutar de la exhibición propuesta por el Guggenheim Bilbao, en la que la variedad temática y su peculiar estilo se hacen indiscutiblemente patentes.


A pesar de que a día de hoy aún se enmarca simplemente dentro de la pintura ingenua, con las limitaciones que esto conlleva, la obra de Henri Rousseau será considerada en su momento por los artistas de la vanguardia como renovadora y sus técnicas compositivas llegarán a servir de fuente de inspiración a autores como Picasso, Fernand Léger o Max Ernst. Su novedosa manera de generar la obra de arte revolucionará la pintura de la época originando un peculiar estilo, en ocasiones muy cercano al surrealismo, en el que, a pesar de todo, la unidad conceptual lo marida todo.

Así, elementos tan diversos como la jungla, estampas francesas o figuran humanas son tratados a partir de claves estéticas similares, que ofrecen el quid del estilo de Rousseau, en el que la supresión de la perspectiva y el hieratismo revelan a un autor autodidacta que, sin embargo, superará las limitaciones que una carencia técnica le pueda imponer con un rico imaginario, un dominio del color especial y, principalmente, una comprensión instintiva de la pintura, muy por encima de su carácter de no académico.


Más información: Guggenheim Bilbao

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