lunes, 14 de junio de 2010

YO ME CRIE EN EL CASCO VELLO





Yo me crié en el CASCO VELLO de vigo. La gente vivía "apiñada". El 13 de la Rúa de Santiago no es que realmente fuese el número de la casa, era conocida así por el número de familias que vivian en un piso. En invierno se pegaban unos a otros y no sentían frío, pero en verano se estorbaban y salían a pelear a la calle.

La Rúa de Santiago, creo que era la calle con más bares del mundo. Era como un ritual, los hombres iban como de capilla en capilla sin dejar de visitar ninguno. A pesar de la pobreza la vida era como una explosión de alegría, o eso me parecía a mis ojos de niña. Las mujeres se sentaban a la puerta de sus casas y los hombres volvían de la "Coia"- muchos trabajaban en el Berbés y aparte de la paga siempre traían alguna merluza que se les había "escurrido dentro de las botas".

Mi madre que había nacido en Ríos entendía muy bien el ambiente y siempre contaba muerta de risa como en casa del "Faneco" siempre olía a marisco. Pero los niños, siempre los niños... un día le preguntaron a un hijo ¿Siempre comeis marisco? y el niño, inocente, dijo: "No, mi madre hierve algua con laurel"...porque La Sofía, la mujer del Faneco era gabacha, bien gabacha. Sus niños siempre salían a jugar con las bocas manchadas de chocolate. Los demás se morían de envidia hasta que el "inocente" confesó "no comer, solo untar".

A mi me fascinaba aquel mundo y cuando podía me escapaba a casa de Lara. Lara era modista, vivía en un bajo muy humilde, pero su habitación taller siempre estaba llena de mujeres. Mientras ojeaba los figurines escuchaba sus conversaciones. Los hombres eran seres malditos, engañadores y ruines. Lo que había hecho el protagonista del serial que estaban escuchando lo extrapolaban al resto de la humanidad y más valía que no asomara la cabeza un macho aunque no fuera humano. De todos modos yo ya tenía claro que EL HOMBRE no era nada bueno.

FOTO- Los Lavandeira paseando por Príncipe

Mi madre me repetía continuamente que HOMBRE era sinónimo de TONTO. Yo estaba feliz de haber nacido mujer, porque era equivalente a "buena y lista", aunque a veces no me gustaba otra frase de mi madre "hemos venido a sufrir". Me dediqué a observar y me di cuenta que mi padre y mi hermano estaban felices con los de ser tontos. Mi madre les servía la comida, poniendoles las mejores tajadas, y si algo faltaba en la mesa era yo la que me tenía que levantar. Cuando mi padre llegaba a casa con tres pares de zapatos YANKO, pasado el enfado de cinco minutos, lo justificaba- "pobrecito, no le pudo decir no a la dependienta". Cuando estaba sin hablarle durante largos periodos debido a los celos- acababa diciendo- "Ante las malas artes de una mujer, un tonto siempre cae"

Lara era muy fea, ya debía tener unos 50 años y tenía novio. Un día le estaba contando a las amigas que el fin de semana había ido con su novio Fernando a la playa, por supuesto sin ponerse en bañador. Estaban en un rinconcito solitario y el de repente le dijo "vamonos que no respondo de mi". Todas asintieron con gestos de comprensión pero yo no entendía nada.

Encima de Lara vivía Africa. Siempre estaba en la calle y los hijos se criaban al calor del sol. Un día el pequeño se asomó a la ventana gritando: Mamá ¿hay algo para comer? y la madre desde abajo gritando más dijo: "Si, tienes un bisté en la nevera"...escuché a mi madre rosmando..."que bisté ni que nevera"- El niño volvió a asomarse a la ventana: "Mamá, no encuentro nada"

"Pero será hijo de puta ese hijo de puta que no encuentra nada"- Respondio la madre.

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