sábado, 29 de marzo de 2008

NIETZSCHE



- NIETZSCHE


Se puede querer la vida, y quererla tanto que te fascine hasta enloquecer. ¿Pero qué vida tenemos y debemos querer? No la "otra vida", sino ésta, la única que hay, la de la finitud, individualidad, cambio y contradicción; la vida que, junto con el placer, la plenitud y la salud, acoge el sufrimiento, la vulgaridad, la monotonía, la enfermedad y la muerte. Nietzsche, inspirado por la visión dionisíaca griega, quiso esta vida y la embelleció y dignificó con sus propuestas/invenciones del superhombre, la voluntad de poder y la incitante hipótesis del eterno retorno. En la médula de su filosofía, Nietzsche sitúa la vida, y tras enfrentarse a las distintas formas de platonismo que encuentra en la cultura occidental, hace de lo finito lo absoluto. A diferencia de otras propuestas (el budismo zen, por ejemplo) que comparten esta mirada de la realidad (paradójicamente, hacer de lo finito lo absoluto) y que la transmutan psicológica y existencialmente en dicha y reconciliación, Nietzsche no lo consiguió, nunca alcanzó la felicidad y siempre le acompañó el dolor y la soledad; sin embargo, amó la vida.

1. "Cuantos hombres se precipitan hacia la luz, no para ver mejor sino para brillar."

2. "El remordimiento es como la mordedura de un perro en una piedra: una tontería."

3. "Es preferible morir a odiar y temer: es preferible morir dos veces a hacerse odiar y temer."

4. "Hay espíritus que enturbian sus aguas para hacerlas parecer profundas."

5. "Hay que volver a la muchedumbre, su contacto endurece y pule, la soledad ablanda y pudre"

6. "Hay siempre algo de locura en el amor; pero siempre hay algo de razón en la locura."

7. "La crueldad es uno de los placeres más antiguos de la humanidad."

8. "La buena memoria es a veces un obstáculo al buen pensamiento."

9. "La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño."

10. "La manera más desagradable de replicar en una polémica es la de enojarse y la de callar, pues el agresor interpreta ordinariamente el silencio como un desprecio."





TROZO RECOGIDO DE UN ESPLENDIDO TRABAJO DE EUSTAQUIO GOICOECHEA
LO PODEIS ENCONTRAR EN internet:
Nietzsche y el problema del lenguaje
-------------------------------------

De las tres transformaciones.

Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.

Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, de carga, en el que habita la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas de todas.

¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello, y quiere que lo carguen bien.

¿Qué es lo más pesado, héroes?, así pregunta el espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije.

¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría?

¿O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas montañas para tentar al tentador?

¿O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres?

¿O acaso es: sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar de sí las frías ranas y los calientes sapos?

¿O acaso es: amar a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma cuando quiere causarnos miedo?

Con todas estas cosas, la más pesada de todas, carga el espíritu de carga: semejante al camello que corre al desierto con su carga, así corre el a su desierto.

Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una presa y ser señor en su propio desierto.

Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.

¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? "Tú debes" se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice "yo quiero".

"Tú debes" le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso, y en cada una de sus escamas brilla áureamente "¡Tú debes!".

Valores milenarios brillan en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así: "todos los valores de las cosas – brillan en mí".

"Todos los valores han sido ya creados, y yo soy – todos los valores creados. ¡En verdad, no debe seguir habiendo ningún "Yo quiero"!" Así habla el dragón.

Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?

Crear valores nuevos – tampoco el león es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear – eso sí es capaz de hacerlo el poder del león.

Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león.

Tomarse el derecho de nuevos valores – ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal de rapiña.

En otro tiempo el espíritu amó el "Tú debes" como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho incluso en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el león.

Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?

Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí.

Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.

Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.—


--------------------------------------------------------------



1. El camello: es aquella persona humilde y sumisa, que vive pendiente de obedecer. El camello sufre una pesada carga: la moral y la religión le convierten en un esclavo que vive pendiente de las normas (¡Tú debes!).
2. El león: podría representarse por el espíritu ilustrado. El ser humano se revela (¡Yo quiero!) y se emancipa de la religión. Trata de romper con los valores tradicionales de la religión, pero vive anclado a la moral, una moral que va en contra de la vida, y elimina su libertad.
3. El niño: ejemplo perfecto del superhombre, el niño imagina, crea, inventa, juega con la vida. Es el verdadero creador de valores. El niño se libra de la “seriedad” y del “rigor” racionalista del león, y convierte la inconsciencia y la inocencia en su mejor virtud: “Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí.” El niño crea valores, vive fiel a la tierra, y asume el eterno retorno como una más de las reglas de la vida. El niño ama la vida, la vive sin pensar sobre ella.

2 comentarios:

Oscar Daniel dijo...

hola
me gustaría que te contactaras conmigo via correo electrónico. tengo una aclaración qué hacerte. mi correo es swordfishtromboneses@hotmail.com
gracias

Oscar Daniel dijo...

perdón, mi correo electrónico está equivocado, es: swordfishtromboneses@yahoo.es
:)