miércoles, 14 de enero de 2009

Fernand Léger. El cubista afable


Se exhibirán 15 obras del cubista Fernand Léger en el Convento Santo Domingo de Ronda (Málaga, España), recorriendo los motivos principales de su carrera artística: músicos, ciclistas, obreros, naturalezas muertas y el mundo del circo, todos ellos derivados de profundas inquietudes políticas y culturales que lo formaron como uno de los exponentes más notables del cubismo francés de primera mitad del siglo XX.


Sintetizar opuestos

Fernand Léger pretendió, como muchos otros artistas y pensadores a lo largo de la historia, anular los opuestos, juntar contrarios, eliminar las molestas dicotomías que impiden progresar al arte, acabar con las polaridades y acercar los extremos para evolucionar su pintura hacia un lugar libre de trabas. Una tarea pretenciosa y peliaguda que podría haber proyectado una obra obsesiva e insípida, que podría haber consumido al propio artista, sin embargo, dejando de lado la subjetividad con la que se puede afirmar o negar la consecución de su propósito, cristalizó en una producción viva e inconformista, atenta al mundo exterior y a las nuevas corrientes, que cinco décadas después de la muerte de su creador continúa suscitando interés.

Vida y obra de la mano

El arte elaborado por el cubista francés se nutrió de numerosas influencias y amistades que engrosaron su producción y ayudaron a desarrollarse. En 1907, una retrospectiva parisina sobre Cézanne caló hondamente en Fernand Léger, quien dos años después decidiría alquilar un estudio en Montparnasse e iniciar sus periplos con la pintura. En esta época conoció a Delaunay y Chagall, con los que mantuvo una estrecha relación motivada por el arte. Con el estallido de la I Guerra Mundial, Léger se vio obligado a dejar su estudio y combatir en el frente; después de ser herido y trasladado al hospital, tuvo tiempo para leer, reflexionar y ordenar unas vivencias que marcarían el signo de su pintura. Igualmente, la amistad con Le Corbusier, derivada de su formación en la escuela de Arquitectura de Caen, influyó notablemente en el tratamiento de la monumentalidad, muestra de ello es la obra Femme au Vas de 1925. En definitiva, la exposición muestra a un autor cuyas amistades y experiencias, fruto de un tiempo y una época, marcaron una peculiar forma de entender el cubismo.

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