jueves, 1 de julio de 2010

Piero di Cosimo








PIERO DI CASIMO ( 1461-1521), de quien se conocen pocas fechas y datos, aunque la biografía de Vasari le retrata muy vivamente. En vida se le alababa sobre todo por sus decorados para fiestas, en particular por su Triunfo de la Muerte, una enorme carroza negra adornada con huesos y cruces blancas y tirada por bueyes.


Inspirada claramente en los "Trionfi de Petrarca", estaba coronada por una enorme figura de la muerte esgrimiendo su guadaña. Encima de la carroza había muchos sarcófagos con su tapa, y cada vez que se paraba la carroza, se abrían las tapas y salían figuras vestidas de negro con su esqueleto perfilado en pintura blanca. Entonces, sentándose sobre su tumba, y acompañados de otros "esqueletos" a caballo, cantaban las endechas apropiadas.


Se creía que el espectáculo tenía un fondo político y las endechas gustaron de tal manera que unos cuarenta años más tarde Vasari no pudo por menos que publicar una muestra que en traducción aproximada sería:

Somos muertos como veis
Muertos como un día sereis
Como vos, tuvimos vida y aliento
Nos seguireis en la muerte.

Por recoger coplas conocidas de la Danza de la Muerte medieval, algunos creían que el inventor de esta función, tan acertada como extraña, estaba "algo loco", cosa nada sorprendente. Se sabía que...


...no le importaba nada su propia comodidad y se limitó a comer sólo huevos duros, los cuales, para ahorrar combustible, cocía mientras calentaba la cola, y no seis u ocho a la vez sino unos cincuenta y, guardándolos en una cesta, los iba moviendo poco a poco. Esta vida la gozaba de tal manera que, en comparación, cualquier otra le parecía servidumbre. No podía soportar el llanto de los niños; y cuando la lluvia caía a raudales del cielo, le deleitaba verla caer a chorros desde los tejados y salpicar el suelo


Le aterraban los relámpagos y cuando oía un gran trueno se envolvía en su manto y, tras haber cerrado las ventanas y la puerta de su habitación con llave, se agazapaba en un rincón hasta que pasara la tormenta. Era muy variado y original en su conversación y a veces decía cosas tan extraordinarias que los que le oían se partían de risa. Pero de viejo era tan raro y excéntrico que no se podía hacer nada con él. No aguantaba la presencia de los ayudantes, y su necedad le privaba de todo posible auxilio


Cuando quería trabajar y no podía, por causa de su perlesía, se enfurecía y quería obligar a sus manos a dejar de temblar, pero, mientras refunfuñaba, se le caía el tiento de pintor, o incluso sus pinceles. Era un espectáculo lastimoso. Las moscas le hacían rabiar y hasta las sombras le molestaban.

Ref-CATEDRA- grandes Temas

No hay comentarios: