Giorgio Vasari (Arezzo, 30 de julio de 1511 – Florencia, 27 de junio de 1574) fue un arquitecto, pintor y escritor italiano.
Es célebre sobre todo por sus biografías de artistas italianos, colección de métodos, anécdotas, rumores y leyendas recogidas en su libro Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos (Vite de' più eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a' tempi nostri — 1542–1550; segunda edición ampliada en 1568), fuente primordial para el conocimiento de la historia del arte italiano.
A edad muy temprana se convirtió en alumno de Guglielmo da Marsiglia —destacado pintor de vidrieras— a quien fue recomendado por su pariente el pintor Luca Signorelli. A los dieciséis años el cardenal Silvio Passerini lo envió a estudiar a Florencia donde frecuentó el estudio del escultor Baccio Bandinelli y trató con el círculo de Andrea del Sarto y de sus alumnos Rosso Fiorentino y Jacopo Pontormo. En Florencia conoció a Miguel Ángel —a quien reverenció toda la vida— que preparaba su marcha a Roma y cuyo estilo de pintura influyó en el suyo poderosamente.
En 1529 visitó Roma y estudió las obras de Rafael y de otros artistas romanos de la generación anterior. Fue empleado regularmente por patronos de la familia Médicis en Florencia y Roma, trabajando también en Nápoles, Arezzo, Pisa, Bolonia y Módena.
Vasari disfrutó de una alta reputación durante su vida y amasó una considerable fortuna. También disfrutó de la consideración de sus paisanos de Arezzo, ciudad dependiente de Florencia, donde terminó de construir en 1547 una bella casa a cuya decoración dedicó mucho esfuerzo y que actualmente es un museo consagrado a él. Fue nombrado representante del consejo municipal de su ciudad natal y finalmente ostentó el cargo supremo de confaloniero. Fue también coleccionista de dibujos que en algunos casos le sirvieron para formular los juicios artísticos que incluyó en sus "Vidas".
El manierismo de Vasari fue más admirado durante su vida que después. Se debe entender que Vasari era en cierto modo un romántico, lúcido y entusiasta ante el papel novedoso que estaba desempeñando en el arte el movimiento realista en el que participaba y al que puso nombre, en cierto modo de ruptura con el pasado. No era un manierista imitador sino un artista tan legítimo como otros.
Como arquitecto, su obra principal fue el Palacio de los Uffizi
en Florencia, edificio de un clasicismo simétrico y muy elegante.
También levantó en 1559 el largo pasaje que conecta los Uffizi con el Palacio Pitti a través del Puente Vecchio. También hizo obras en las iglesias medievales de Santa Maria Novella y Santa Croce
(algunos consideran que estropeándolas), en las que no respetó el coro y
el trascoro y que remodeló al gusto manierista de la época. En Roma
colaboró en la construcción de la Villa del Papa Julio III, Villa Giulia, iniciada en 1552, con Giacomo Barozzi da Vignola y Bartolomeo Ammanati. Varios edificios de Pistoia fueron diseñados por él.
Comenzó los frescos de la cúpula de la catedral de Florencia que no completó. Se le deben también los frescos del gran salón del palacio de la Cancillería en Roma y especialmente algunos de los frescos decorativos del Palazzo Vecchio en Florencia (Crono castrando a su padre Urano). En 1563 fundó la Accademia del Disegno en Florencia bajo la protección de Cosme I y con Miguel Ángel como cabeza de la institución y treinta y seis artistas elegidos como miembros.
Como primer historiador del arte italiano, inició el género con una enciclopedia de biografías artísticas que continúa hoy. Vasari acuñó el término Renacimiento («rinascita»), consciente del continuo renacer en las artes desde los tiempos de Alberti. Publicada su primera edición en 1550, y dedicado al duque Cosme I de Médicis, fue parcialmente ampliado y reescrito en 1568 y dotado de retratos en grabado de artistas —algunos inventados— titulado Le Vite de' più eccellenti architetti, pittori et scultori italiani. El libro comienza con un prólogo técnico sobre arquitectura, escultura y pintura, agrupadas bajo la denominación de «artes del diseño» e incluía un tratado informativo y valioso sobre las técnicas empleadas en las artes. Continúa con una introducción sobre el origen de las artes desde los pueblos antiguos hasta la Edad Media (como decadencia del arte) y presenta el Renacimiento como la etapa de renovación.
Utilizó como documentación tanto los escritos sobre arte anteriores al suyo, como las notas, los recuerdos sobre artistas antiguos y todo el material que había recogido en sus viajes a través de Italia.
Sus biografías están salpicadas de historias entretenidas. Muchas de sus anécdotas tienen el espíritu y la apariencia de la verdad; aunque otras parecen demasiado buenas como para ser ciertas. Algunas son puras ficciones, como el cuento del joven Giotto que pintaba una mosca en la superficie de una pintura de Cimabue, la cual el viejo maestro intentaba espantar repetidas veces; famoso cuento que tiene su eco en una anécdota que se contaba del pintor griego Apeles. Con pocas excepciones, el juicio estético de Vasari es perspicaz e imparcial. La concepción renacentista de la historia como relato de los hombres y sus obras, dota a sus biografías de un toque humano y teatral, mientras que las obras de arte se analizan como expresión absoluta de un temperamento o de un pensamiento, como resultado del impulso que lleva a todo artista a crear arte.
Vasari no investigaba en archivos para encontrar las fechas exactas, como harían los modernos historiadores del arte, y naturalmente sus biografías son más seguras para los artistas de su propia generación y de la precedente. La crítica moderna —con todos los nuevos materiales descubiertos por la investigación— ha corregido buena parte de sus fechas y atribuciones tradicionales. Pero el resultado es una tendencia a subestimar la exactitud de Vasari.
La obra sigue siendo un clásico. Vasari escribió una pequeña autobiografía al final de las Vidas, y añadió noticias de sí mismo y de su familia en las vidas de Lazzaro Vasari y Francesco Salviati.
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