domingo, 1 de agosto de 2010

Le Christ de la Victoire







Un francés se pondrá hoy al frente de la procesión del Cristo de la Victoria. Doscientos años después del triunfo de Vigo sobre las tropas de Napoleón, será el director de PSA Peugeot-Citroën, Pierre Ianni, quien lleve el estandarte de la cofradía.

Es fácil pensar que, si Cachamuíña levantase la cabeza, no daría crédito a sus ojos. Pero no es cierto. Bernardo González del Valle vio durante su vida hechos aún más asombrosos. Solo unos meses antes de la Reconquista, él mismo luchó codo con codo junto a los gabachos, en la Guerra de las Naranjas contra Portugal. Y años después de derribar la puerta de la Gamboa, en 1823, vio cómo el ejército francés, apodado Los Cien Mil Hijos de San Luis, entraba en Galicia para apoyar a Fernando VII. El convulso siglo XIX dio a nuestro mayor héroe local la oportunidad de curarse de cualquier espanto.


Si Cachamuíña hubiese nacido en nuestros días, trabajaría en el turno de noche de Citroën. Y por ello resulta muy oportuno que se tribute a la firma francesa un homenaje vigués. Sin ella, y sin la industria auxiliar generada en su entorno, Vigo sería otra ciudad.

Como el mismo Bonaparte, Pierre Ianni es un francés nacido en Italia. Cuando, en el 2007, fue designado director de Citroën, muchos temieron el fin de una era. Javier Riera dejaba una brillante gestión, en la que la factoría viguesa experimentó un formidable crecimiento. Se especuló entonces con la llegada de una época de recortes. Y que se elegía a un foráneo para realizarlos. Pero nada de esto ha ocurrido.


Bien al contrario, Ianni, distante al principio de su mandato, terminó por ser un entusiasta de la vida local, participando activamente en foros como el Círculo de Empresarios de Galicia, donde hasta entonces Citroën tenía una presencia menos que testimonial. Como suele ocurrir en esta ciudad, Ianni se ha convertido en un vigués más. Portar el estandarte en la procesión no es sino un paso más en un proceso imparable de su conversión en ciudadano de Vigo.

Esta ciudad se ha hecho de foráneos. De los siete alcaldes que el municipio ha tenido en democracia, solo tres eran vigueses. Solo hace una década que el número de ciudadanos nacidos en Vigo superó en el padrón a los llegados de fuera. Y el héroe local por antonomasia, el propio Cachamuíña, era natural de Ourense. Así que ver a Pierre Ianni al frente de la comitiva de hoy no deja de ser lo lógico. Si hay una ciudad donde de verdad nadie es forastero es la nuestra. Baste recordar que, según la leyenda, la imagen del mismísimo Cristo de la Sal llegó por mar, de procedencia desconocida. Así que no nos engañemos: aquí hasta el Cristo vino de fuera.

eduardorolland@hotmail.com


HISTORIA DEL CRISTO DE LA VICTORIA

La Historia (y leyenda popular) al hablar de su procedencia relata unos hechos, no muy documentados, de unos marineros que lo encontraron flotando en el mar, en las cercanías de las Islas Cíes (en la entrada de la Ría de Vigo) pero lo cierto es que la primeras referencias, fiables, son del año 1740, con el nombre de "Cristo de la buena Victoria" que el pueblo liso y llano conocía también como "Cristo de la Sal" por su relación con la embarcación que se dice lo recogió en el mar, cuando navegaban con un cargamento de dicho producto...

Otros relatos, ya más documentados, hablan de procesiones, novenas (de acción de gracias) y rogativas (por necesidades o calamidades), con las que el pueblo acudía a suplicar el favor del cielo... Y finalmente, en el año 1809, cuando los franceses ocuparon la ciudad -que posteriormente fue reconquistada por las tropas y paisanaje de la zona- el pueblo atribuyó la victoria a su venerado Cristo, que pasó a llamarse, definitivamente, "Santísimo Cristo de la Victoria", al cual rinde veneración y gran devoción todo el pueblo de VIGO.

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El caso es que la veneración que los vigueses sienten por este Cristo tranciende lo religioso, como muchas veces sucede. Y que curioso, yo que soy viguesa, y muy viguesa, nunca he ido a la procesión del Cristo, bueno, ni a ninguna, por lo menos hasta donde la memoria me alcanza...a lo mejor, en el fondo, pienso que fue una verdadera pena que hubieramos expulsado a los franceses. Igual cambiamos perdiz por BURRO

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