miércoles, 12 de noviembre de 2008

Gustav Klimt. Dibujos (1879-1918)


El CaixaForum de Lleida nos muestra al Klimt más introspectivo en una colección de dibujos y bocetos que proyectan su faceta más sincera y espontánea, dejando entrever sus deseos, preocupaciones y rasgos distintivos que harían de su obra una de las más deslumbrantes del arte vienés de finales de siglo XIX.



Espontaneidad del dibujo


El dibujo puede asociarse a la fase embrionaria de una futura gran obra, el inicio de un proyecto en el que se vislumbran las pretensiones, miedos y esperanzas del artista, los pilares de una totémica construcción que cuajará tal vez años después. Contemplar un dibujo no es sólo observar un boceto o un bosquejo de ideas todavía sin pulir; contemplar un dibujo supone contemplar el inicio de un anhelo, el mapa por el que discurrirá el tesón de una mente y unas manos geniales. La exposición organizada por el CaixaForum de Lleida pretende recoger esta idea para darnos a conocer el proceso más íntimo de creación de la obra de arte, su gestación, esa explosión alógica donde se mezcla el ansia por llegar a la sublimidad y el recelo por caer en lo mediocre.

La imagen de la mujer


Los dibujos de Gustav Klimt, exhibidos hasta el 30 de noviembre, pese a concernir a la fase germinal de sus obras, recogen vigorosamente las peculiaridades de su técnica y la mujer como leitmotiv de su pintura. El simbolismo de las imágenes, el tratamiento del espacio y la delicadeza de la ejecución, sirven para construir una figuración de la mujer frágil y compleja, donde prevalece la naturalidad y el movimiento en detrimento de las formas canónigas, dotándola de una exquisita expresividad que rompería con esquemas preestablecidos y configuraría una nueva visión de ésta.

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