miércoles, 17 de septiembre de 2008

Damien Hirst golpea de nuevo


El "enfant terrible" del arte contemporáneo ha vuelto a la carga, una vez más, con una provocación que ha conmocionado al mundo del arte. Especialmente a galeristas y marchantes que temen, con incredulidad, que éste pueda ser el primer paso del inicio del fin. Y es que Hirst ha tomado la decisión de vender sus obras directamente a través de la casa de subastas Sotheby's, saltándose de esta manera los cauces habituales de venta de obra. Una decisión que deja patente el poder alcanzado por este encantador de mass media, un artista controvertido, envuelto siempre en fuertes polémicas, con el poder de reinventar las reglas de un mercado que se desarrolla al amparo del marketing.


Controversia asegurada

Si te dedicas a poco menos que mutilar animales muertos, normalmente de gran tamaño (con lo que la impresión es aún mayor) y conservarlos en formol para después exponerlos presentándolos al mundo como "obras de arte" (en las que la muerte y el sexo además van parejos muchas veces), la polémica está servida. Y, la polémica, en el mundo del arte, significa publicidad y, por consiguiente, ventas. Un funcionamiento mercantil que ha sido aprovechado y explotado con una inteligencia quizá poco ética pero innegable por el artista de Bristol. O quizá no es todo en su caso tan obvio como aparenta; y es que su propia vida está marcada por unos contrastes, excesos y experiencias que bien podrían hallarse en la base del germen de su peculiar producción. Criado por una madre conservadora que, sin embargo, potenció su vena artística, Demian cursó estudios de Arte y Diseño en la Universidad de Leeds, trabajó en un depósito de cadáveres durante su juventud y experimentó una existencia "borderline" potenciada por las drogas y el alcohol para finalmente, tras el episodio de la muerte de un amigo, "redimirse" a través del arte, la caridad y la religión. Y es que Hirst siempre parece alcanzar combinaciones destinadas a causar la mayor de las controversias.

Saltándose las normas

Así, una vez más, una decisión tomada por este gurú de las finanzas/artista para algunos ha levantado ampollas y sumido a los medios de comunicación y al mundo del arte en un desconcierto compartido: por primera vez en la historia un artista ha decidido obviar al marchante y acudir directamente al dinero. Sotheby's ha efectuado la subasta, llevada a cabo los días 15 y 16 de septiembre de 2008, de más de 200 obras de su última producción. De esta manera, Demian, hasta hoy el artista vivo más rico del mundo, ha visto incrementada su fortuna de forma sustancial, gracias a una operación de marketing muy bien planificada y amplificada por la cobertura mediática de la que disfrutan todos y cada uno de sus actos. De su buen hacer dan fe los 13 millones de euros obtenidos por la venta de la obra "El becerro de oro" que, si bien no llegan a los 74 millones pagados por su famosa calavera de diamantes, sí han contribuido a conseguir para su artífice nuevamente un récord: el del precio alcanzado por un artista en subasta. Y es que Hirst ha obtenido una recaudación de 140 millones de euros, cifra total de la venta, superando con creces sus modestos cálculos iniciales (unos 60 millones de euros más de los previstos con este envite al mercado del arte).

El mejor producto de Demian Hirst

La calidad de la obra de Hirst es discutible, así como las altas valoraciones de las que le han hecho objeto millonarios que conciben su producción como una inversión. Sin embargo, hay que aceptar, nos guste o no, que Demian es un buen creador de productos. El mejor de todos: Demian Hirst. Sus piezas no sólo son fabricadas en cadena, saltándose de esta manera una de las características que confiere valor a la obra de arte (algo que en realidad ni siquiera es nuevo), sino que, además, él mismo ha pujado en ocasiones para obtener una de sus piezas (consiguiéndolo) y así revalorizarla y encarecerla. Y estos hechos, conocidos, a los que hay que sumar el desprecio que siente por la idea de arte, no merman un ápice el valor que los compradores conciben que poseen sus creaciones; creaciones que, por otra parte, además, están destinadas a la descomposición. Lo cierto es que, no se sabe cómo, pero Hirst, a fuerza de provocación, ha logrado superar todas las papeletas que poseía para que nadie diera un duro por él, posicionándose como el gran revolucionario de la Historia del Arte contemporáneo (y es que Warhol o Duchamp a su lado se quedan pequeños...).

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