domingo, 10 de octubre de 2010

LUX ANTIQUIOR AMORE Y ROTHKO



Como a esas mujeres cuya hermosura -el sentido de su hermosura, quiero decir, no la sustancia de su hermosura- sólo se descubre tras una segunda mirada, yo no estuve preparado para el sentido de la pintura de ROTHKO hasta la segunda vez que admiré su obra expuesta.

El autor del La luz es más antigua que el amor nos relata una buena biografía de Rothko, pero cuando escribe.....

Un aneurisma de aorta que en 1968 lo había retirado temporalmente de la pintura, dejando su salud quebrantada, la separación de su mujer, que lo engañaba con hombres mucho más mediocres (que suplicio para un talento tan inmenso ser vencido por una polla, por una forma de besar, por ciertos aspectos de la ternura o por la galantería)

- Este comentario me parece INFANTIL, demuestra que el autor no tiene ni remota idea de mujeres ni de una vida CON UN GENIO-



"Mi capacidad de mirar es tal que mis ojos terminarán por consumirse. Y este desgaste de las pupilas será la enfermedad que me llevará a morir. Una noche miraré tan fijamente la oscuridad que terminaré dentro de ella" (Rothko)




La única respuesta posible para el suicidio de Rothko debe hallarse en su pintura, a la que entregó su existencia por completo

¿Por qué se suicidó Rothko? No parece que el misterio de tan trágica decisión pueda ser desvelado a través de una o varias causas concretas que le influyeron desde el exterior, todas ellas por fuerza de naturaleza ambivalente. Siguió pintando a pesar de los quebrantos físicos y emocionales. La jubilación artística de su generación con el triunfo del arte pop, aunque particularmente le repugnasen estética y moralmente los presupuestos de esta nueva tendencia, no pudieron afectar tanto a un artista que odiaba la fama y sufría remordimientos por el reconocimiento oficial que se le prodigaba y que consideraba peligrosamente corruptor y esterilizante. Por todo ello, sin que sea necesario seguir con un recuento de las circunstancias adversas que pudieron arrebatarle las ganas de vivir, tan indisociablemente unidas a las ganas de crear, está claro que la única respuesta posible para el suicidio de Rothko debe hallarse en su pintura, a la que entregó su existencia por completo, como, por otra parte, así lo expresó él mismo en 1958 en una conferencia sobre los elementos esenciales para la creación artística, el primero de los cuales era tener "una clara preocupación por la muerte", pues "todo arte trata con las intimaciones de la mortalidad"; esto es: que se debía "pintar a muerte", a tumba abierta.

Además de la importancia crucial de tenerla siempre presente y reflexionar sobre ella, ¿en qué medida la pintura "mató" a Mark Rothko?

En el año 1913, con diez años, Mark Rothko, entonces Markus Rothkowitz, un niño judío que sólo hablaba yídish y ruso, debió atravesar en ferrocarril de punta a punta Estados Unidos hasta arribar a Portland, Oregón, donde le esperaba su familia, realizando este larguísimo viaje con un cartel colgado de su cuello, donde, escrito en inglés, llevaba los datos de su persona y destino. Nunca pudo olvidar la experiencia de esta visión transversal del espacio infinito del paisaje atisbado a través de las ventanas del vagón, porque era lo único que podía comprender. Tampoco, una vez instalado en Portland, sin entender durante años el inglés, y, aún menos, las extrañas costumbres de su nuevo país, pudo prescindir ya del no menos infinito espacio íntimo en el que estuvo confinado, su refugio y su baluarte.

Por lo demás, hasta fines de los años veinte, Rothko no se convenció de que el único lugar y dirección posibles para él eran los de la pintura, en la que no encontró su verdadero camino personal hasta fines de los años cuarenta, cuando, junto con otros colegas cómplices, creó lo que se ha llamado el expresionismo abstracto, que internacionalmente triunfó durante los años cincuenta. No obstante, Rothko aún tardó otros diez años más en definir lo que consideró su estilo definitivo, en sus propias palabras, lo que llamó encaminarse hacia la "claridad": una búsqueda, una expectativa, una tensión, una orientación, más que, en todo caso, una conquista.
Fuente- EL PAIS

6 comentarios:

Enric Batiste dijo...

<<[...] "todo arte trata con las intimaciones de la mortalidad"; esto es: que se debía "pintar a muerte", a tumba abierta.>>

No se puede decir mejor decir:
¡todo arte tiene trato con la muerte!

Un beso mortecino de cenizas

ines dijo...

No me asustes Enric ¿Estas triste?

Enric Batiste dijo...

¡Me inundo de la sombra de este otoño
femenino y ardiente de fulgor!
Otra felicidad de temporada,
alegría teñida de tristeza
como esa luz de ocasos de Galicia...

Un beso que se siente y que se cuenta

ines dijo...

Oh mi señor, que aquesto no va a ser tristeza sino melancolía!

Enric Batiste dijo...

¡Oh, mia señora, tú dictas palabras
que se oyen en los labios aun mejor!

Un beso de vieiras caminantes

ines dijo...

Ja, ja, me voy a dar un paseo por la costa.....los de la "vieira caminante" me ha dejado fascinada

Moitos biquiños