El Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (MACRo), es un museo de arte situado en la ciudad de Rosario, Argentina. Administrativamente depende del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino.
Se encuentra ubicado en la intersección del Boulevard Oroño y el río Paraná en lo que fuera un silo de una ex zona porturaria de la ciudad llamado Silo Davis. El edificio fue proyectado por Ermete de Lorenzi (1900-1971), uno de los más importantes arquitectos rosarinos del siglo XX.
Este anexo del Museo Castagnino nació como consecuencia de la formación de una importante colección, cuya historia comienza por una iniciativa de la Fundación Antorchas, que aceptó donar 27 obras que habían sido seleccionadas por el director del MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) Marcelo Pacheco, si se conformaba una gran colección de arte argentino.
La Municipalidad de Rosario y la Fundación Museo Castagnino, junto con empresas y particulares, consiguieron reunir los fondos necesarios para el financiamiento del proyecto.
Simultáneamente desde finales del siglo XX se viene realizando una importante intervención en la costa central de la ciudad de Rosario como consecuencia del traslado de las actividades portuarios que allí se desarrollaban.
Entre los edificios considerados con valores histórico en esta ex zona portuaria se encontraba el denominado Silo Davis, que fue seleccionado pora albergar el nuevo museo de arte contemporáneo.
Fue inaugurado el 16 de noviembre de 2004.
El Museo funciona en lo que fue una planta de acopio de granos a orillas del río Paraná. En la primera etapa se habilitaron 970 metros cuadrados correspondientes a los diez pisos donde funcionaban las oficinas y un corredor amplio que corona los silos a la altura de la séptima planta. Para una segunda etapa está previsto el reciclado de los ocho cilindros, de 7,5 metros de diámetro cada uno.
El proyecto fue realizado por la Dirección de Proyectos Urbanos de la Secretaría de Planeamiento de la Municipalidad de Rosario. Se buscó preservar íntegramente el edificio, exaltando las características propias del hormigón, acentuando la austeridad como valor y manteniendo la estructura a la vista.
El museo cuenta con todos los servicios y posee externamente un ascensor vidriado, que permite acceder a sorprendentes vistas de la ciudad y las islas. Está climatizado y cuenta con un sistema de control de incendios y de seguridad que cumplen con las normativas internacionales para exhibición de exposiciones.
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