viernes, 12 de septiembre de 2008

Giuseppe Maria Crespi



Giuseppe Maria Crespi, llamado «lo Spagnolo»
Bolonia, 1665 - Bolonia, 1747

Formado en su ciudad natal con Canuti, Cignani y Burrini, cuyo estilo pictórico marca la obra maestra juvenil Las bodas de Caná (The Art Institute of Chicago), Crespi completó su aprendizaje realizando viajes a Urbino, Parma y Venecia, gracias a la ayuda del marchante de arte Giovanni Ricci, al que conoció cuando trabajaba en el taller de Burrini (1686-1688). La obra más temprana que se conoce de Crespi es la Sagrada Familia de 1688, pintada para la parroquia de Bergantino (la misma iglesia para la que el artista realizará más tarde una Virgen del Carmen, que durante mucho tiempo se atribuyó a Bencovich). Su famoso cuadro de Las tentaciones de san Antonio, de la iglesia boloñesa de San Niccolò degli Albari, pintada dos años más tarde, sigue la tradición de Ludovico Carracci, así como el estilo de su primer maestro, Canuti. La «fisicidad pictórica sustancial, impregnada de viva ironía» de la obra de Crespi hacia finales de siglo (Eneas, Sibila y Caronte, Viena, Kunsthistorisches; Hécuba cegando a Polinéstor, Bruselas, Institut Museés Royaux des Beaux-Arts; Tarquino y Lucrecia, Washington, National Gallery, con su enfática destreza neoticianesca), queda magníficamente plasmada en los frescos de tema mitológico con los que decoró los techos de las estancias del Palazzo Pepoli Campogrande de Bolonia (El triunfo de Hércules, Las cuatro estaciones, Las tres Parcas, Neptuno y Diana), y en los que el artista entreteje los elementos típicamente pomposos de estas escenas con las cualidades irónicas y casi irreverentes de su peculiar planteamiento anticlásico y anticonmemorativo. En la primera década del siglo XVIII, el principal mecenas de Crespi es el gran príncipe Fernando de Toscana, para quien, ya en 1701, el artista pinta El éxtasis de Santa Margarita de Cortona, para sustituir en el altar Venuti de Santa Maria Nuova (actualmente en la Catedral) la obra maestra de Lanfranco que Fernando quería para sí (y que actualmente se encuentra en la Galleria Palatina de Florencia). En 1708 Crespi le entrega personalmente a su ilustre protector su Degollación de los inocentes (Uffizi), pintada dos años antes. En 1709, Fernando recibe a Crespi como huésped en su villa de Pratolino (Feria de Poggio a Caiano, Galleria degli Uffizi). El contacto de Crespi con las colecciones de pintura flamenca y holandesa del príncipe marcará su estilo posterior.


A principios de siglo, Crespi abre una escuela de pintura en Bolonia, y también ingresa en la Accademia Clementina, fundada poco después de su regreso de Florencia. En esos años Crespi pinta su famosísima serie dedicada a Los siete Sacramentos (Dresde, Gemäldegalerie), por encargo del cardenal romano Pietro Ottoboni (El Bautismo data de 1712), una serie de obras de estilo marcadamente naturalista que tienden hacia un monocromatismo pardo avivado por las notas de blanco de la sobrepelliz del sacerdote; con ello, el artista rinde homenaje por un lado al vigor expresivo del Guercino (y prácticamente también al del genovés Assereto) y, al mismo tiempo, y por otra parte, a los asombrosos claroscuros de Piazzetta, aunque todo ello con un espíritu de participación humana que excluye cualquier atisbo de sarcasmo o de falta de decoro. A este respecto, existe un contraste muy marcado entre esta obra y la pintura que actualmente se encuentra en la Národní Galerie de Praga, titulada Encuentro entre James Stuart y el príncipe Albani, sobre el evento histórico acontecido en Parma en 1717. Aquí en cambio, se advierte la crítica social que hace el artista, pues la gente del pueblo aparece pintada con una viveza natural a la que Crespi opone la rigidez caricaturesca, casi grotesca, de los nobles.

Durante su última etapa de madurez y sus años finales, Crespi pinta numerosos encargos para iglesias, entre los que cabe citar como más destacados: la Anunciación con santos de la catedral de Sarzana (1722); la Crucifixión para la iglesia del convento boloñés de Santa Maria Egiziaca (actualmente en Milán, Pinacoteca di Brera); la Asunción de la Virgen para San Ponziano en Lucca, c. 1730 (actualmente en el Archivio Arcivescovile); los dos retablos para la iglesia del Gesù en Ferrara (1728-1729); y los cuatro retablos para la parroquia de San Paolo d'Argon, cerca de Bérgamo (1728-1729) -de los cuales, el Martirio de san Juan Evangelista destaca por su evocación nostálgica de Guido Reni-. Josué deteniendo el sol de la capilla Colleoni de Bérgamo y el vehemente Martirio de san Pedro de Arbuès del Colegio de España en Bolonia (al que precedió un magnífico boceto sobre papel que se conserva en la Pinacoteca Nazionale de Bolonia), ambos fechados en 1737, son obras de sus últimos años. Tres años más tarde, el papa Benedicto XIV concede a Crespi el título de caballero cuando el artista, a sus setenta y cinco años de edad, se está quedando ciego.


Cualquier estudio de Crespi se queda incompleto si no menciona las auténticas especialidades de Crespi, aparte de su producción religiosa e histórica. En primer lugar están sus retratos: aquellos en los que plasma sin adornos un instante (Autorretrato y La familia de Zanobio Troni, ambos en Bolonia, Pinacoteca Nazionale); los conmemorativos, más fríos (El cardenal Tommaso Ruffo, Zúrich, Kunsthaus, y Caballero con una carta, Londres, Walpole Gallery); los alegóricos (Tañedora de laúd, Boston, Museum of Fine Arts); los retratos planteados como escenas costumbristas (El cazador, Bolonia, Pinacoteca Nazionale, y El mensajero, Karlsruhe, Staatliche Kunsthalle, un refinado y alegre divertimento al estilo de Rembrandt). En segundo lugar están sus cuadros costumbristas: (Escena en un patio, Bolonia, Pinacoteca Nazionale, La pulga, Florencia, Galleria degli Uffizi, y Pisa, Museo Nazionale di San Matteo, y Mujer fregando platos, Florencia, Uffizi); a veces más íntimos (San Juan Nepomuceno escucha la confesión de la reina de Bohemia, Turín, Galleria Sabauda, obra maestra del siglo XVIII italiano, que le pagaron, aunque no directamente, en 1743, por lo que muy probablemente fuera algo posterior). Pero el nombre de Crespi también está relacionado, a un alto nivel, con la historia de los bodegones. Bastaría mencionar sus dos obras de Estanterías con partituras (Museo Civico, Museo Bibliografico Musicale), pero no se puede dejar de citar su Bodegón con piezas de caza y armas, de Galleria degli Uffizi, que le encargó el príncipe Fernando en 1708, su Naturaleza muerta con pájaros, 1717, en una colección particular, y, finalmente, su poco común Planta de aloe (colección particular), fechado en 1718 e inspirado seguramente en las magníficas planchas botánicas (en particular las de Bimbi) que tuvo ocasión de admirar unos años antes en las colecciones de los Médicis. Sus hijos también fueron pintores: Luigi fue un excelente retratista y Antonio, de talento mediocre, se especializó en bodegones.

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