sábado, 29 de enero de 2011
ZACARÍAS GONZÁLEZ VELÁZQUEZ
Hijo, hermano, cuñado y padre de pintores, la vida de Zacarías González Velázquez (Madrid, 5.11.1763-Madrid, 31.1.1834) puede considerarse como un paradigma de cómo debía ser un pintor según los cánones que impuso el gobierno borbónico a través de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. La biografía y actividad pictórica de Zacarías González Velázquez no puede entenderse sin la existencia de la Academia de San Fernando de la que llegó a ser Director General por nombramiento de 19 de marzo de 1828. La influencia familiar y la Academia de San Fernando serán, junto a su carrera cortesana, los dos factores claves en el desarrollo vital y artístico de Zacarías González Velázquez a lo largo de su vida.
Zacarías Joaquín González Velázquez y Tolosa nació en Madrid el 5 de noviembre de 1763 siendo hijo del pintor Antonio González Velázquez y de su segunda mujer, Manuela Tolosa y Aviñón. Antonio González Velázquez, a su vez hijo del escultor Pablo González Velázquez, fue un reputado pintor que fue nombrado pintor de Cámara en 1755 y desempeñó el cargo de Director de Pintura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1765.
Pero la vena artística de la familia no concluyó con su padre. Así, dos de sus hermanos, Isidro González Velázquez y Castor González Velázquez también se matricularon en la Academia de San Fernando y desarrollaron una carrera pictórica destacada. Incluso dos de sus cuñados, Antonio López Aguado y Mariano Salvador Maella fueron reconocidos pintores, sobre todo este último, en la corte madrileña de la Ilustración.
Pero si nos centramos en la vida del propio Zacarías González Velázquez nos llamará la atención el otro vector que marcó su existencia: su carrera en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. De la mano de su padre, Zacarías González Velázquez entró a formar parte de esta institución como alumno el 4 de mayo de 1777 y ya el año siguiente conseguía el primer premio de la Segunda Clase de Pintura con sus dibujos El Gran Capitán ante el Papa Alejandro VI y Aníbal quien entre sueños. Su carrera exitosa de formación en la Academia concluyó en 1782 aceptando toda una serie de encargos particulares de entre los cuales destacan la serie de cartones para tapices titulada Pescadores napolitanos que realizó en 1785 bajo la dirección de su cuñado, Mariano Salvador Maella, y las Escenas para la vida de San Francisco, realizadas en 1787 para la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid..
La década de los años 80 fue para Zacarías González Velázquez un período de intenso trabajo que le llevó a solicitar el grado de académico en la de San Fernando que se le concedió el 7 de noviembre de 1790. Posteriormente fue nombrado profesor ayudante en la Sala de Principios de la Academia en 1793, cargo que ejerció hasta 1807.
Durante estos años, su época de plenitud, consiguió el cargo de pintor de Cámara honorario, el 11 de agosto de 1801, y, posteriormente, el oficio de pintor de Cámara numerario en julio de 1802. Ya asentado realizó sus obras más importantes desde sus obras al fresco (Capilla de San Isidro en Madrid en 1789, Real Oratorio del Caballero de Gracia en Madrid en 1792, en la Casa del Labrador de El Escorial o en el Cuarto del Rey del Palacio de Aranjuez y en el siglo XIX) hasta las de carácter religioso (algunos lienzos de la Inmaculada Concepción, las pinturas para el Oratorio de la Santa Cueva en Cádiz o las pinturas para el Claustro del Convento de San Francisco el Grande) pasando por retratos de miembros de su familia o el mismo, la familia real y de los caballeros más distinguidos de la época.
Con el nombramiento de Teniente Director de Pintura de la Academia de San Fernando en febrero de 1807, Zacarías González Velázquez asciende en el escalafón de la Academia en un momento en el que la invasión francesa y la Guerra de Independencia paralizará toda la actividad cultural de la Corte. Como no podía ser menos, también la actividad profesional de González Velázquez disminuye. Durante este período permanecerá en Madrid incorporándose a los pintores de Cámara de José I aunque, tras la vuelta de Fernando VII, no tendrá ningún problema para reincorporarse al servicio de dicho monarca quizá por la influencia que pudo ejercer el infante Carlos María Isidro de Borbón, personaje al que estuvo vinculado Zacarías González Velázquez en la última etapa de su vida.
Tal es así que los futuros nombramientos de González Velázquez en esta institución se produjeron cuando el infante era Jefe Protector de la Academia: el 26 de junio de 1818 fue nombrado Director Honorario de Pintura de la Academia y el 2 de octubre de 1819 se le nombró Director de Pintura numerario. Finalmente, se le designó como Director de la Academia de Bellas Artes de San Fernando el 19 de marzo de 1828, cargo que desempeño hasta 1831.
Durante este etapa Zacarías González Velázquez continuó pintando al fresco como demuestran sus decoraciones para el Casino de la Reina (1816 y 1817) y la decoración mural para el palacio de El Pardo que se inicia en 1824. Entre sus obras religiosas destacan los óleos para el altar mayor de la iglesia de San Felipe el Real de 1817 (El triunfo de San Agustín) y la Aparición de la Virgen a San Fernando (1819) para la Capilla del Real Canal del Manzanares. En el mundo del retrato destacan los retratos de Fernando VII, sus autorretratos y las representaciones de familiares como Antonio González Velázquez o Juliana González Velázquez.
La muerte de Zacarías González Velázquez, ocurrida en Madrid el 31 de enero de 1834, estuvo rodeada del relativo olvido en el que su figura cayó tras su abandono de la Dirección de la Academia de San Fernando en 1831. Su vinculación al infante Carlos María Isidro, su verdadero valedor durante el reinado de Fernando VII, propició, tras la muerte de éste y las aspiraciones de aquél al trono, una postergación de la figura de González Velázquez que puede servir como ejemplo de los nuevos tiempos que corrían en la Academia y en el ambiente pictórico de la corte con la incipiente llegada de la "dictadura artística" que impondrán los Madrazo.
GALERIA JOSE DE LA MANO
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3 comentarios:
Otro gran retratista, pero tenia la mitad del camino echo con ese apellido.
Ja, ja, es que el apellido marca mucho
Un gran artista que dibujaba con asombrosa precisión y pintaba con gran facilidad y economía de trazos, sin insistencias.
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