lunes, 3 de mayo de 2010
Dejar de fumar puede convertirse en un negocio
Comenzó a coser para mantenerse ocupada y ha creado su propia marca
D. Suárez Vigo
Cuando Finu Canda dejó de fumar hace tres años necesitaba hacer algo con las manos. Empezó a coser una manta y en cuestión de semanas había hecho unos cuantos collares que sus amigas se encargaron de promocionar. De los collares pasó a los broches, luego vinieron los gorros, bufandas, verdugos y tocados que puso a la venta en varias tiendas de Vigo. La cosa siguió creciendo y lo que era un entretenimiento para olvidarse de la nicotina se convirtió en un negocio que tuvo hasta hace meses su propia tienda en Vigo que Finu ha tenido que cerrar porque con tanto estrés no podía trabajar bien y se había vuelto a enganchar al tabaco.
«Tuve que cerrar la tienda de Ronda Don Bosco porque aunque al final solo abría por la tarde tenía que quedarme después hasta las tres de la mañana para poder producir y las cosas no estaban quedando como a mí me gusta», explica Finu. Cada una de sus piezas, todas únicas y elaboradas a mano, le pueden llevar desde dos hasta siete horas. Los más laboriosos son los bolsos que ella misma pinta a mano pero también le llevan mucho tiempo los collares que ella cose y su madre borda.
Finu se inspira mucho en los personajes e ilustraciones de cuentos que ha leído y en artistas como Amedeo Modigliani o Frida Kahlo. Le gusta combinar colores y hacer complementos alegres. «Siempre utilizo colores que a mí me gustan. El salmón, el beige y algún tono marrón están descartados». Otras de las características de Candacol, marca bajo la que Finu vende sus piezas, es que reciclan telas de muestrarios y que compran materiales españoles , «nada de made in China», explica Finu.
Sus productos solo se pueden comprar en un showroom que organiza conjuntamente con Hey Juddy los viernes por la tarde en el número 5 de Paseo de Alfonso. «No me puedo quejar porque tengo una clientela muy fiel que me buscan», reconoce Finu, que, por ahora, no se plantea ni vender sus productos en otras tiendas ni en Internet. «De este modo trabajo en mi taller a mi ritmo y cada semana puedo enseñar las novedades».
Encargos
Finu no es muy amiga de los encargos a medida. Hace tocados y prendas pensadas para personas específicas pero le gusta que le dejen cierta libertad de decisión. Eso sí, ella dice que se puede confiar en ella porque nunca venderá algo que a ella no le guste. «Si no estoy convencida de cómo me ha quedado algo, lo regalo. Mis amigas están encantadas porque lo amontono todo en un rincón de mi casa y cuando vienen se pueden llevar lo que quieran», añade. Eso sí, aunque disfrutan de esto también le advierten a Finu que no tiene mucha mentalidad de empresaria porque aunque a ella no le guste igual probablemente si que le guste a una clienta.
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