miércoles, 11 de marzo de 2009

¿Sabías que existen los cuadros mágicos?



Existen cuadros que encierran mucho más de lo que es posible apreciar de un sólo vistazo. O desde una única posición. Es el caso de la famosa obra de Holbein el Joven conocida como "Los Embajadores" que, durante mucho tiempo, guardó el secreto que ocultaba en su base, hasta que en el s.XX se descubrió que la extraña forma situada a los pies de los personajes era en realidad una vanitas, un recordatorio de la muerte en la forma de una calavera. Este efecto óptico, conocido como anamorfosis, hace que las imágenes así realizadas sólo puedan ser vistas tras ser corregido el punto de vista y cuenta en la historia del arte con grandes seguidores, como Dalí.


Los Embajadores

Los primeros tratados de perspectiva en arte como disciplina matemática datan de la época renacentista, al igual que las primeras aplicaciones reales en dicho campo. Sin embargo, será en el barroco cuando el desarrollo de ésta favorecerá el fenómeno de las ilusiones. El cuadro conocido como "Los Embajadores" es una buena muestra de juego óptico; durante años no se supo a qué respondía el elemento situado en la base del cuadro hasta que, en el s.XX, un historiador del arte, Jurgis Baltrusaitis, descubrió que era en realidad la anamorfosis de una calavera. Esta clase de elementos, los memento mori, son habituales en las obras de la época y eran empleados como recordatorios de la finitud de la existencia humana y de su "escasa" importancia. Hoy en día es posible admirar esta obra en la National Gallery de Londres pero, en origen, se ubicaba en el recodo de una escalera, de manera que la distorsión del punto de vista forzado en oblicuo durante la ascensión originaba la visión de la calavera en cuestión. Si nos encontramos ante el original es posible reproducir el efecto, al tener una distancia adecuada, algo que es difícil de ver con una reproducción. Sin embargo, si sólo contamos con una reproducción (como es el caso) existe una manera para poder alterar el punto de fuga y es muy sencilla: basta con colocar a la derecha de la imagen y de forma perpendicular al plano de la obra una superficie cóncava, como una cucharilla. Si se mira en ésta se podrá ver cómo mágicamente aparece la calavera "escondida".
Otros ejemplos de anamorfosis

No es el único caso de anamorfosis o alteración de la imagen que es posible encontrar en la historia del arte: Dalí, gran aficionado a los juegos ópticos por demás, será un creador de peculiares obras anamórficas: superficies planas de perímetro circular completamente deformadas que poseen un objeto reflectante en su centro, el cual permite que la imagen adquiera su realidad. Algo similar a lo que puede apreciarse en esta obra de Laurente del s.XVII.
Muy conocidas, por ejemplo, son también las obras de un famoso artista "de la calle", Julian Beever, un pintor que mediante tizas de colores ejecuta en el asfalto de las calles composiciones cuya perspectiva está deformada y requieren, para poder ser apreciadas, la ubicación del espectador en un determinado punto.

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