miércoles, 4 de marzo de 2009

La bella durmiente EXPOSICION


Diecisiete obras victorianas de pintores británicos de mitad del siglo XIX se exhibirán por vez primera en el Museo del Prado (Madrid, España); una selección de piezas inspiradas en los artistas prerrafaelitas, provenientes del museo puertorriqueño Arte de Ponce, que constituyen una muestrea excepcional cuyo valor es doble, pues a la importancia intrínseca de las obras expuestas debe sumarse el hecho de que se trata de un tipo de pintura que no goza de mucha disfusión en España. Gracias al trabajo de los dos museos citados, y al patrocinio de BBVA, La bella durmiente refleja el intento renovador que en 1848 intentaron llevar a cabo jóvenes anglosajones contra los preceptos dictados por la Royal Academy of Arts, fijándose en los artistas italianos anteriores a Rafael para promulgar un romántico e idealista retorno a la naturaleza, a la inocencia y autenticidad del arte.



Frente al convencionalismo


La Hermandad Prerrafaelita se gestó a mediados del diecinueve con John Everet Millais, Dant Gabriel Rosseti y William Colman Hunt fundadores como pilares básicos de un movimiento que agrupó a pintores, poetas y críticos británicos. Esta asociación de jóvenes talentos se erigió como rechazo al academicismo promulgado por Sir Joshua Reynolds, fundador de la Royal Academy of Arts, que impregnaba el arte inglés de una profunda asfixia dogmática, continuando con el manierismo de la pintura intaliana posterior a Rafael. Frente a la frivolidad y la asepsia de un arte vacuo demasiado preocupado por las formas, plantearon una revisión de los preceptos aceptados y un revisionado de los artistas prerrafaelitas, desarrollando piezas que consideraban más puras y sinceras, donde la luminosidad, el colorido y la minuciosidad en los detalles recordaban a artistas flamencos y a italianos previos a Rafael. Los objetivos de la Hermandad, que apenas duró un lustro, se resumían en la vuelta a la autenticidad de las ideas en la pintura, el estudio atento de la naturaleza para escuchar y aprehender sus susurros, filtrar el arte antiguo y seleccionar lo sincero frente a lo convencional y autocomplaciente, buscar la perfección y plasmar con cuidado y esmero las ideas en obras detallistas

Fascinación por el onirismo


La fascinación por el clasicismo, el mundo onírico, mitos, fábulas, leyendas anglosajonas, la “fidelidad a la naturaleza”, son temas que agrupan las diecisiete piezas aunadas en el Prado bajo el nombre de La bella durmiente, título homónimo que recibe la obra de Burne-Jones, donde teje una analogía arquetípica entre sueño y muerte. El sueño del rey Arturo, también de Jones, vuelve a utilizar la duermevela como trasunto estético de la muerte, trazando el limbo entre el ser y la nada, tal y como hizo en El rosal silvestre; La huida del hereje, del célebre Millais, ahonda en las incógnitas y embrollos que tanto preocupaban a la Hermandad; Léhon desde Montparnasse, de Thomas Seddon, refleja la visión romántica de la naturaleza; La viuda romana de Dante Gabriel Rosseti, que inauguró el motivo de “belleza prerrafaelita”, y La señorita Gladis, de Colman Hunt, son algunas de las obras que podrán contemplarse en el Prado: un viaje por las obsesiones, ideales y anhelos de un colectivo que marcaría hondamente la posterior forma de entender la pintura, una agrupación maldita como el mundo simbólico de William Blake que tanto reivindicaron.

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