sábado, 18 de marzo de 2017
VICENTE LÓPEZ PORTAÑA
Infanta María Amalia Federica Augusta de Sajonia
Isabel II niña
(Valencia, 1772-Madrid, 1850). Pintor español. Nacido en Valencia el 19 de septiembre de 1772, inició su formación artística como discípulo del franciscano Antonio de Villanueva en la Academia de San Carlos de Valencia, institución en la que obtuvo en 1789 el premio de primera clase con el lienzo El rey Ezequías haciendo ostentación de sus riquezas (Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V), dotado con 40 pesos y una pensión para estudiar en Madrid.
Doña María Cristina de Borbón, reina de España (cuarta esposa de Fernando VII
Ya en la corte, consigue al año siguiente el primer puesto en el concurso de la Academia de San Fernando con el cuadro Los Reyes Católicos recibiendo una embajada del rey de Fez (Academia de San Fernando, Madrid), y allí asimila con extraordinaria fidelidad las enseñanzas académicas heredadas de Mengs a través fundamentalmente de Mariano Salvador Maella, de quien Vicente López recoge el sentido barroco y colorista de sus composiciones y el gusto por el dibujo, preciso y analítico, como método de estudio previo de sus pinturas, quedando igualmente deslumbrado por la fastuosidad barroca de los frescos de Luca Giordano y Corrado Giaquinto, que contempla en los sitios reales, y que influirán de manera decisiva en el lenguaje estético de sus composiciones.
Carlos IV y su familia
Vuelto en 1792 a su ciudad natal como pintor de prestigio, realiza en esos años numerosos encargos, sobre todo cuadros religiosos y conjuntos murales para iglesias valencianas, además de retratos, proyectos de monumentos y gran cantidad de dibujos para grabar, permaneciendo en Valencia durante la Guerra de la Independencia, época en la que, además de realizar el retrato de cuerpo entero de Fernando VII con el hábito de la orden de Carlos III (Ayuntamiento de Valencia y Museo Municipal de Játiva, Valencia), retratará en varias ocasiones al mariscal Soult y a otros militares franceses.
María Josefa Amalia de Sajonia, reina de España
El estilo retratístico de Vicente López, respetuoso y objetivo con sus personajes, captados con un personal sentido realista -heredado de la tradición naturalista valenciana, a través de los lienzos de Ribalta y Ribera-, junto a su extraordinaria maestría en la reproducción de las calidades de los tejidos y en la suntuosidad de las joyas y oropeles, hicieron que el 26 de julio de 1814 Fernando VII reclamara al artista valenciano a la corte, nombrándole el 1 de marzo del año siguiente su primer pintor de cámara.
María Isabel de Braganza, reina de España
Desde entonces se convertirá en el pintor más solicitado de la aristocracia y burguesía adinerada madrileñas, alternando su trabajo en Palacio con su actividad docente, los puestos oficiales y sus encargos particulares. En 1818 pinta la espectacular Alegoría de la donación del casino a la reina Isabel de Braganza por el Ayuntamiento de Madrid (Prado), contribuyendo decisivamente en esos años al proyecto del Real Museo de Pinturas, designado por la Corona para seleccionar y restaurar los cuadros que habían de constituirlo, y cuya dirección artística asumirá desde 1823.
Duque de Sotomayor
Tres años después realiza su soberbio retrato El pintor Francisco de Goya y Lucientes (Prado), sin duda, su obra más conocida y la efigie más emblemática del pintor aragonés, con destino a la galería de artistas contemporáneos del Museo. Director del programa decorativo del Palacio Real de Madrid, pinta en 1828 para uno de sus techos la Alegoría de la institución de la orden de Carlos III, multiplicándose en esos años su actividad retratística. En 1831 termina el retrato de Fernando VII con el hábito de la orden del Toisón de Oro para la Embajada de España ante la Santa Sede, quizá la efigie más imponente y sobrecogedora de este monarca, mientras que su personalísimo estilo se va acomodando al lenguaje formal, que no al espíritu, del pujante romanticismo de la época isabelina.
retrato de Goya
Fiel a su estética y formación, y como primer pintor de cámara de la joven Isabel II, inicia en esos años por encargo real una monumental pintura de la historia clásica con el tema de Ciro el Grande ante los cadáveres de Abradato y Pantea, obra ambiciosa y singular, hoy desaparecida, que dejó inconclusa. Hasta su vejez, conserva inalterables sus excepcionales dotes técnicas, que le permiten continuar su incansable actividad de pintor y dibujante hasta pocos días antes de su muerte, en que concluye el retrato del General Narváez (Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V), y fallece en Madrid el 22 de julio de 1850.
Museo del Prado
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