Francisco Herrera, (Sevilla, 1622 – Madrid, 1685), llamado el Mozo, fue uno de los más destacados artistas de la segunda mitad del XVII y una de las principales figuras de la llamada escuela madrileña.
Francisco de Herrera, el Mozo, comienza a trabajar en el taller de su padre, Francisco de Herrera, el Viejo,
pero pronto surgen desavenencias entre ambos y opta por marcharse de la
ciudad.
Aunque no está comprobado, parece que se encaminó a Italia, donde
estudió pintura y arquitectura. De regreso a su tierra natal, en torno a
1660, compaginó su labor como pintor con las funciones de director de la Academia de Sevilla, cargo que compartió con Murillo.
Para estas fechas, su padre se encontraba trabajando en la corte
madrileña, a dónde él mismo se encaminó tras conocer su muerte.
Gran parte de su éxito en la corte se debe a su dominio de la pintura
fresco. En la España del siglo XVII
esta técnica se convirtió en la favorita para la decoración de palacios
y conventos, pero no eran muchos los artistas españoles que dominaran
esta complicada técnica.
Ganó el favor del rey y obtuvo los cargos de pintor de cámara de Carlos II y Maestro Mayor de las Obras Reales.
Durante los últimos años de su vida se dedicó a su faceta como arquitecto. Diseñó los retablos para varias iglesias y trazó los planos de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, de Zaragoza.
Ganó el favor del rey y obtuvo los cargos de pintor de cámara de Carlos II y Maestro Mayor de las Obras Reales.
Durante los últimos años de su vida se dedicó a su faceta como arquitecto. Diseñó los retablos para varias iglesias y trazó los planos de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, de Zaragoza.
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