Cuenta la mitología griega que Afrodita nació en la costa de la isla de Citera, para ser llevada más tarde amorosamente por Céfiro, dios de Poniente, a la isla de Chipre. Era una isla paradisíaca en la que reinaba el amor.
Jean Antoine Watteau pintó este cuadro idilico en 1717. En el se pueden ver las parejas interpretando las diferentes fases del amor, desde la persuasión hasta la sumisión y la entrega. A la derecha se ve un hombre que se insinúa a una muchacha mientras Cupido tira de su falda. Otro hombre ayuda a una mujer, agachado a sus pies mientras su amigo empuja a una mujer dubitativa. A la izquierda unas mujeres con caras enamoradas animan a unos hombres.
Watteau resultaba un pintor adecuado para pintar visiones de un mundo idealizado y de cortejos. Los colores otoñales dan a la pintura un aire meláncolico, quizás quería poner de manifiesto la transitoriedad de la vida ya que el pintor murió de tuberculosis a los 37 años
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