lunes, 12 de abril de 2021

Francisco de Goya




Cuando se exhumó el cuerpo de Goya se encontraron un cadaver sin cabeza.

El cónsul español en Burdeos paseaba por el cementerio de la ciudad cuando descubrió una tumba doble, con dos sepulturas, donde estaban enterrados los cuerpos de Goya y su consuegro Martin Miguel de Goicoechea. Ocho años más tarde las autoridades españoles decidieron  repatriar el cadaver del pintor a España. La desaparición de la calavera del artista aún hoy es un misterio.

Goya nació en Fuentetodos,  el pueblo de su familia materna. Tras sus años escolares en Zaragoza, entró en el taller de Jose Luzán y más adelante siguió su formación con Francisco Bayeu Subías que más adelante se convertiría  en su cuñado al casarse Goya con Josefa Bayeu.


Despues de unos modestos inicios en Aragón se trasladó a Madrid en 1763, siguiendo a Bayeu, que trabajaba en la decoración del Palacio Real.  Ya en Madrid quiso obtener una pensión de la Academia de Bellas Artes pero al no conseguirla viajó a Italia por sus propios medios. Hay constancia, a través de sus apuntes, que visitó, entre otras ciudades, Bololia, Parma y Milán e hizo su regreso a España a traves de Génova  y Marsella.  

 En Madrid, en la iglesia de San Martín (25 de julio 1773) se casó con Josefa Bayeu y en 1775 comienza su trabajo 
 como pintor de cartones de tapices para la Real Fábrica de Santa Bárbara. Los temas representados, elegidos por el rey, eran de caza, que fue la afición más importante del artista a lo largo de su vida. Perros, escopetas y lugares de caza favoritos.

El 7 de julio de 1780, con el clasicista Cristo en la cruz (Madrid, Museo del Prado), ingresó como miembro de mérito, por unanimidad, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

En otoño de  1780 se traslada con su familia a Zaragoza para pintar el fresco de la cúpula de Regina Martyrum en el Pilar, obra que sería rechazada por la Junta de la Basilica y que causa la ruptura con su cuñado Bayeu lo que afectó a la actividad de Goya, que perdió encargos proporcionados por su cuñado.

Su honor de artista quedó restaurado al encargársele por orden del ministro de Estado, el conde de Floridablanca, uno de los cuadros para la basílica de San Francisco el Grande, la Predicación de San Bernardino de Siena, concluido en enero de 1783.  

En el decenio de 1780 comenzó de lleno la actividad de Goya como retratista,  para entonces Goya era ya reconocido por importantes figuras de la cultura de su tiempo.  Fue  nombrado teniente director de Pintura de la Academia de San Fernando y al año siguiente, en julio de 1786, limadas sus diferencias con Bayeu se le nombró pintor del Rey con el sueldo de 15.000 reales.


Se reanudaron  sus trabajos para la Fábrica de Tapices tras seis años de inactividad,  se suspendieron los trabajos por la muerte de Carlos III. Goya había alcanzado una excelente situación en la Corte,  pintando ya entonces, sólo para la más alta aristocracia, y desde luego para el Rey.

Goya era una persona divertida, le gustaban los toros, asistía al teatro, a la ópera y a los conciertos en la Corte.

En 1790 empezó a mostrar los primeros síntomas de una enfermedad que le provocaba temblores y mareos. Al año siguiente se opuso a seguir pintando tapices y fue acusado ante el Rey, por ello fue amenazado de reducirle el salario. Tras esto el artista comenzó la preparación de su última serie de cartones para el despacho del Rey Carlos IV, de las que solo pintó seis.

En 1792 Goya solicita libertad para el estudio de la pintura ante la Academia de San Fernando. Viajó a Sevilla donde cayó enfermo y  a consecuencia de la enfermedad quedó sordo. Regresó a Madrid en 1793 y presentó a la Academia de San Fernando varios cuadros
En  1795, a la muerte de Bayeu, Goya fue nombrado director de Pintura de la Academia. Realizó en esta época varios álbumes de dibujos en los que plantea las primeras ideas para sus obras maestras sobre la sátira contra vicios y costumbres de la sociedad.


En 1797 renuncia a su cargo de director de pintura de la Academia y su estado de salud empeora.  

En 1799 ya recibe 50.000 reales de vellón como pintor de cámara y el patrocinio real continúa hasta los primeros años del siglo XIX


Goya permaneció en Madrid durante la Guerra contra Napoleón y juró fidelidad a José Bonaparte. 
Pasó favorablemente la depuración de los funcionarios de palacio al servicio del gobierno francés, recuperó su salario y sus derechos y pintó de nuevo para la Corona y sus altos dignatarios.

A partir de 1815 el artista se fue alejando de la Corte,  y se centró  en su actividad privada.  En 1819 adquirió una casa de campo a las afueras de Madrid, conocida como la “Quinta del Sordo”, que guardaría sus “Pinturas negras”. 

El 2 de mayo de 1824 Goya solicitó del Rey permiso para marchar a Francia. Desde la llegada a España en abril de 1823 de los Cien Mil Hijos de San Luis, para restituir el poder absoluto del Rey, Goya pudo decidir su exilio, al que se habían visto obligados muchos de sus amigos y familiares. 

Despues de unos meses en París, en septiembre de 1824, se estableció en Burdeos, centro de exiliados españoles. Se reunió con el Leocadia Zorrilla, compañera sentimental del pintor desde la muerte de su mujer, y los hijos de ésta. La niña, Rosario Weiss, aficionada a la pintura, contribuyó a alegrar los últimos años del anciano artista, que le daba lecciones.


Murió en la noche del 15 al 16 de abril de 1828 y fue enterrado en el cementerio de la Chartreuse en la misma tumba que su consuegro, Martín Miguel de Goicoechea. Años después, los que se creyeron sus restos mortales se trasladaron a Madrid, donde reposan en la ermita de San Antonio de la Florida, bajos los frescos que había pintado en 1798|

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