MI AMIGO MR BONES
Mr Bones está convencido que más como
amigo lo ha adoptado como una especie de guardaespaldas. Willy no es
un mal tipo, más bien es un desarraigado. Su padre murió cuando el
tenía doce años. Se quedó perplejo porque cuarenta y tantos no le
parecía una edad adecuada para morirse. Intentó buscar un motivo para
llorarlo... en su memoria sólo encontró largos silencios y golpes así
que lo borró de su memoria.
Ahora tendría que vivir solo con su madre e ir al instituto.
La profesora de literatura le dijo que
escribía muy bien y Willy se convenció que llegaría a ser premio Nobel.
Se enamoró perdidamente de aquella profe rubia, pequeña y gordita y le
escribía poemas todos los días. Pronto necesitó sustancias que activasen
su imaginación, así que bebía y se clavaba todas las venas de su cuerpo
con todo tipo de venenos.
Un día su profe, su amor, anunció que
se iba, que tenía que seguir a su marido a un nuevo destino y Willy
lloró desesperadamente. Le envió poemas a Baltimore durante muchos años,
tantos que seguramente le darían para diez libros...
Años de convivencia con su madre.
Aquella mujer que siempre quería tener la razón... si al menos fuera más
flexible... Y llegó la universidad. Dos años de excesos hasta que lo
encontraron tirado en el suelo con una botella de alcohol y comiendo sus
propios excrementos. Despues el manicomio y vuelta al hogar.
A Willy no le intersaba la tele. Se
tumbaba en el sofá y repasaba las imágenes que se reflejaban en la
pared. Un día que se había quedado adormilado escuchó su nombre:
WILLIAM. Buscó la voz...WILLIAM...Un Papá Noel gordito y colorado le
hablaba desde la pantalla. Apagó la tele, pero le pudo la curiosidad y
volvió a encenderla. Allí seguía aquel hombre diciendole que si, que le
hablaba a el, a WILLIAM. Willy miró atentamente a aquel hombre mientras
este le decía que no era nadie, que era simplemente un comemierdas
Willy lloró amargamente y decidió que
se haría santo. Se cambió el nombre, a partir de ese día sería WILLIAM
G. CHRISTMAS. A la mañana siguiente fue a una tienda de Manhattan e hizo
que le tatuaran un Papá Noel en el brazo
Cuando volvió a casa y orgulloso
enseñó el brazo a su madre se puso como loca. De su boca salió toda la
historia de cuando tuvieron que huir de Polonia, la ley mosaica, como
había podido su hijo tatuarse aquella imagen sobre una piel judía.
Willy, que ya había tomado la determinación de hacerse santo, lo que
menos quería era ofender a su madre, así que abandonó el hogar
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