Desde la antigüedad se creía que los humores se relacionaban con el temperamento, que podía verse alterado por los movimientos planetarios y la dieta. El humor dominante conformaba el carácter, es decir que una sangre abundante y espesa hacía que la gente fuese optimista, una bilis amarilla indicaba un ser colerico, la flema formaba seres flemáticos y el exceso de bilis negra causaba melancolía. La melancolía se asociaba con la intelectualidad
La hija de Saturno, que vemos en este cuadro de Durero de 1524, con un libro cerrado en el regazo y un compás en la mano, está sumida en un estado de lúgubre contemplación.
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