Yan Pei-Ming en el CAC de Málaga
Título de la exposición: No comment.
Artista: Yan Pei-Ming (Shanghai, 1960)
Comisario: Fernando Francés.
Lugar: Centro de Arte Contemporáneo de Málaga.
Visitante: Kovalski. Fotos: Kovalski.
Vale, voy a ver a Yan Pei-Ming en el CAC, me digo tras ser acosado durante días, semanas, ¡meses! en twitter, facebook y otros medios con la -supuestamente- ineludible cita del artista chino-francés.
Recorro las salas a paso acelerado -no tengo prisa pero me está dando claustrofobia-. Los cuadros son enormes -en el salón de casa no cabrían, créanme-, la mayoría en blanco y negro (y grises -vale, y rojo por algún lado-). Al entrar nos topamos con la versión sangrienta de Los fusilamientos del tres de mayo de Goya (me pregunto sobre la necesidad de corregir a Goya, no me contesto), también vemos retratos de Picasso adulto, Picasso niño (en deferencia a la ciudad donde expone), del Papa Francisco -en una pose muy "espontánea", a la manera de los retratos papales de Rafael, Tiziano, Velázquez-. Leo que Pei-Ming ha traído a Málaga un retrato de un Papa indeterminado pero que ha pedido que se exponga en la catedral, solo de pensar en ir a la catedral para verlo me echo a temblar. Pero hay más Papas, tres visiones del retrato de Inocencio X de Velázquez -no tan fantasmales como los de Bacon- (Pei-Ming tiene másInocencios, no crean, uno con tonos verdes se ha podido ver recientemente en la muestra de Arlés titulada Night of colours). Unas imponentes crucifixiones ocupan uno de las paredes -sospecho que es el autor el crucificado- en inquietante tríptico postbaconiano -y que conforman una extraña conjunción de modelos rubensianos, de Antonio Saura y de Bacon (y cómo no, Velázquez -y Goya-)-, algún tanque -inspirada metáfora (?)-, unos cuantos cazabombarderos -serán norcoreanos, me digo-, un par de tigres que se acercan silenciosa y amenazadoramente -¿norcoreanos?-, ay,... , qué aburrimiento, me digo. Al final una colección de acuarelas de interesantes autorretratos -hasta 28-, de formato medio y dispuestos a modo de puzzle en la última sala (lo mejor de la muestra).
La pintura de Yan Pei-Ming es altamente figurativa, altamente matérica (deudora de Rembrandt, cercana a Soulages y recordatoria de Kiefer -anteriormente me sorprendía el uso exagerado de masas pictóricas, ahora... me parece un desperdicio-), plena de hermosos grises y refulgentes blancos, provista de una técnica excepcional, de una impactante presencia, pero qué pasa, me digo, creo estar ante una demostración de virtuosismo exorbitante pero sin finalidad -¡envidia!, me digo-.
El director del CAC -y comisario de la exposición- sostiene que la obra de Pei-Ming muestra verdades e incomodidades universales a través de sus retratos -¿como cuáles? me pregunto-; equipara el trazo violento del artista con aquello que se quiere repudiar -¿quiere repudiar al Papa, a Picasso,...? no entiendo nada-, discurso complejo -eufemismo para explicar que nada tiene explicación-, obsesión por la muerte -pero el propio Ming declara en una entrevista en ABC, cual personaje de Woody Allen, que él no tiene miedo a la muerte sino a no seguir viviendo (es lo que tiene la muerte, que te impide seguir viviendo, por lo demás, nada que objetar a la muerte). Tengo la impresión de estar leyendo una retahíla de tópicos sin transcripción real sobre el lienzo -provengo de mi ignorancia y me dirijo hacia mi ignorancia, me digo-. Que la exposición se titule No comment es ¿una sugerencia? ¿una premonición? ¿un estado de ánimo? Lo tomaré como una recomendación al crítico. Olviden todo lo de antes.
Los cuadros de Pei-Ming son físicamente escalofriantes -si te acercas son grumosos, plastinosos, con consistencia casi orgánica,..., si te alejas..., bueno, si te alejas se nota menos el relieve, claro-, pero ¿no será ese el problema? es decir, que detrás de esa exuberante técnica -una técnica ancestral, por cierto, ya la utilizó Rembrandt- no haya más que megalomanía, pero ¿acaso no es todo artista un megalómano empedernido, ávido de reconocimiento -y, por otro lado, ¿no está en su derecho de serlo?-? Advierto cierta heterogeneidad en la muestra (bien, un batiburrillo impresionante, añado, un Papa, un tanque, Picasso, el autor crucificado, acá unos autorretratos con acuarela, allá unos cazabombarderos difuminados a lo Richter...), y, en general, no me dice gran cosa su obra -en fin, puedo tener un mal día, el arte está en el espectador, me digo, si no está en situación favorable éste resbalará por su superficie huidiza-. Llego a pensar que estos cuadros están pensados y ejecutados -magníficamente, eso sí- para recoger un montón de likes en Facebook (pero la técnica no debe ser un obstáculo para el Arte -¿no sería esto una contradicción en sí misma?-, recuerdo que me emociono con un interior holandés del XVII, con una virgen de la escuela flamenca, con una pincelada de Velázquez, y todos ellos son ejemplos de técnica soberbia, entonces ¿es que estoy perdido para la figuración del siglo XXI? Tampoco me contesto).
(hoja de sala, Pei-Ming)
entrevista-ming
Sitio oficial de Yan Pei-Ming
Atravieso las salas de Yan Pei-Ming y desemboco en otra exposición temporal,Palace, de Abdel Abdessemed (Constantina, 1971), consistente en tres esculturas enormes -y dicen que una paloma- cuyas bases están formadas por imbricadas acumulaciones de circuitos electrónicos y otros cachibaches (en una especie de multi-artefacto explosivo, pero a la forma de las construcciones fabuladas de Picabia), toscas simulaciones de paquetes bomba, y que están rematados por gigantescas vasijas que imitan a siniestras stupas de iluminación budista pero que a mí me recuerdan a los molinos de viento de Don Quijote (según el título de la muestra debemos pensar en los minaretes bulbosos de un palacio, creo). Pienso sin embargo, que no van por ahí las intenciones del artista -supongo que en estos días es más evidente la relación entre religión y muerte-. Hojeo la información de la sala para descubrir alguna información relevante: la fuerza que mueve su obra es el éxtasis, toda obra es autobiográfica, el bien y el mal, el hombre y la mujer, la muerte, la violencia como medio de expresión artística,...Me gustaba más la idea de los molinos.
(hoja de sala, Abdessemed)
Salgo del CAC, impertérrito
Artista: Yan Pei-Ming (Shanghai, 1960)
Comisario: Fernando Francés.
Lugar: Centro de Arte Contemporáneo de Málaga.
Visitante: Kovalski. Fotos: Kovalski.
Vale, voy a ver a Yan Pei-Ming en el CAC, me digo tras ser acosado durante días, semanas, ¡meses! en twitter, facebook y otros medios con la -supuestamente- ineludible cita del artista chino-francés.
Recorro las salas a paso acelerado -no tengo prisa pero me está dando claustrofobia-. Los cuadros son enormes -en el salón de casa no cabrían, créanme-, la mayoría en blanco y negro (y grises -vale, y rojo por algún lado-). Al entrar nos topamos con la versión sangrienta de Los fusilamientos del tres de mayo de Goya (me pregunto sobre la necesidad de corregir a Goya, no me contesto), también vemos retratos de Picasso adulto, Picasso niño (en deferencia a la ciudad donde expone), del Papa Francisco -en una pose muy "espontánea", a la manera de los retratos papales de Rafael, Tiziano, Velázquez-. Leo que Pei-Ming ha traído a Málaga un retrato de un Papa indeterminado pero que ha pedido que se exponga en la catedral, solo de pensar en ir a la catedral para verlo me echo a temblar. Pero hay más Papas, tres visiones del retrato de Inocencio X de Velázquez -no tan fantasmales como los de Bacon- (Pei-Ming tiene másInocencios, no crean, uno con tonos verdes se ha podido ver recientemente en la muestra de Arlés titulada Night of colours). Unas imponentes crucifixiones ocupan uno de las paredes -sospecho que es el autor el crucificado- en inquietante tríptico postbaconiano -y que conforman una extraña conjunción de modelos rubensianos, de Antonio Saura y de Bacon (y cómo no, Velázquez -y Goya-)-, algún tanque -inspirada metáfora (?)-, unos cuantos cazabombarderos -serán norcoreanos, me digo-, un par de tigres que se acercan silenciosa y amenazadoramente -¿norcoreanos?-, ay,... , qué aburrimiento, me digo. Al final una colección de acuarelas de interesantes autorretratos -hasta 28-, de formato medio y dispuestos a modo de puzzle en la última sala (lo mejor de la muestra).
Pei-Ming: Autorretrato (acuarela) |
La pintura de Yan Pei-Ming es altamente figurativa, altamente matérica (deudora de Rembrandt, cercana a Soulages y recordatoria de Kiefer -anteriormente me sorprendía el uso exagerado de masas pictóricas, ahora... me parece un desperdicio-), plena de hermosos grises y refulgentes blancos, provista de una técnica excepcional, de una impactante presencia, pero qué pasa, me digo, creo estar ante una demostración de virtuosismo exorbitante pero sin finalidad -¡envidia!, me digo-.
El director del CAC -y comisario de la exposición- sostiene que la obra de Pei-Ming muestra verdades e incomodidades universales a través de sus retratos -¿como cuáles? me pregunto-; equipara el trazo violento del artista con aquello que se quiere repudiar -¿quiere repudiar al Papa, a Picasso,...? no entiendo nada-, discurso complejo -eufemismo para explicar que nada tiene explicación-, obsesión por la muerte -pero el propio Ming declara en una entrevista en ABC, cual personaje de Woody Allen, que él no tiene miedo a la muerte sino a no seguir viviendo (es lo que tiene la muerte, que te impide seguir viviendo, por lo demás, nada que objetar a la muerte). Tengo la impresión de estar leyendo una retahíla de tópicos sin transcripción real sobre el lienzo -provengo de mi ignorancia y me dirijo hacia mi ignorancia, me digo-. Que la exposición se titule No comment es ¿una sugerencia? ¿una premonición? ¿un estado de ánimo? Lo tomaré como una recomendación al crítico. Olviden todo lo de antes.
Los cuadros de Pei-Ming son físicamente escalofriantes -si te acercas son grumosos, plastinosos, con consistencia casi orgánica,..., si te alejas..., bueno, si te alejas se nota menos el relieve, claro-, pero ¿no será ese el problema? es decir, que detrás de esa exuberante técnica -una técnica ancestral, por cierto, ya la utilizó Rembrandt- no haya más que megalomanía, pero ¿acaso no es todo artista un megalómano empedernido, ávido de reconocimiento -y, por otro lado, ¿no está en su derecho de serlo?-? Advierto cierta heterogeneidad en la muestra (bien, un batiburrillo impresionante, añado, un Papa, un tanque, Picasso, el autor crucificado, acá unos autorretratos con acuarela, allá unos cazabombarderos difuminados a lo Richter...), y, en general, no me dice gran cosa su obra -en fin, puedo tener un mal día, el arte está en el espectador, me digo, si no está en situación favorable éste resbalará por su superficie huidiza-. Llego a pensar que estos cuadros están pensados y ejecutados -magníficamente, eso sí- para recoger un montón de likes en Facebook (pero la técnica no debe ser un obstáculo para el Arte -¿no sería esto una contradicción en sí misma?-, recuerdo que me emociono con un interior holandés del XVII, con una virgen de la escuela flamenca, con una pincelada de Velázquez, y todos ellos son ejemplos de técnica soberbia, entonces ¿es que estoy perdido para la figuración del siglo XXI? Tampoco me contesto).
Pei-Ming: Picasso niño (detalle) |
(hoja de sala, Pei-Ming)
entrevista-ming
Sitio oficial de Yan Pei-Ming
Atravieso las salas de Yan Pei-Ming y desemboco en otra exposición temporal,Palace, de Abdel Abdessemed (Constantina, 1971), consistente en tres esculturas enormes -y dicen que una paloma- cuyas bases están formadas por imbricadas acumulaciones de circuitos electrónicos y otros cachibaches (en una especie de multi-artefacto explosivo, pero a la forma de las construcciones fabuladas de Picabia), toscas simulaciones de paquetes bomba, y que están rematados por gigantescas vasijas que imitan a siniestras stupas de iluminación budista pero que a mí me recuerdan a los molinos de viento de Don Quijote (según el título de la muestra debemos pensar en los minaretes bulbosos de un palacio, creo). Pienso sin embargo, que no van por ahí las intenciones del artista -supongo que en estos días es más evidente la relación entre religión y muerte-. Hojeo la información de la sala para descubrir alguna información relevante: la fuerza que mueve su obra es el éxtasis, toda obra es autobiográfica, el bien y el mal, el hombre y la mujer, la muerte, la violencia como medio de expresión artística,...Me gustaba más la idea de los molinos.
Cosa rara de Abdessemed (detalle) |
(hoja de sala, Abdessemed)
Salgo del CAC, impertérrito
Um, ha dicho "imperterrito"- es decir, ni asustado ni alterado- Que la exposición le ha dejado frio como un témpano, eso entiendo yo. Gracias Gran Kovalski, me lo he pasado en grande.
m
No hay comentarios:
Publicar un comentario