lunes, 15 de mayo de 2023

LAS REFLEXIONES DE JUANJO MILLÁS

 


 


Ayer vi un reportaje de un piso de Madrid en la televisión. La gente esperaba aglomerada en la acera a que les permitieran entrar. Una vivienda lujosa, se veían grandes salones y habitaciones.  De los objetos colgaban etiquetas con el precio...

En los armarios, abiertos, se  podían ver abrigos de piel y vestidos de buen corte. Ningún respeto por la fallecida, hasta se mostraban un montón de pañales para la incontinencia urinaria encima de una mesa de escritorio.

Ah! me dije, esta es la vivienda de la que hablaba el escritor Juanjo Millás esta mañana en la radio. Si, lo recorrió con una amiga y comentaba los objetos que veía...
Si, la insoportable levedad del ser, ya nos avisó Kundera y ahora nos recuerda Millás que simplemente somos una pastilla de caldo concentrado
Un amigo suyo, al llegar a una edad, que consideró oportuna, decidió dejarse. Volvió a fumar, a beber y comer todo lo que le pidiera el cuerpo. A los tres años de "dolce vita" parecía un buda, redondo, lleno de achaques pero feliz. Un día, estando cocinando le cayó una pastilla de caldo al suelo y al agacharse para cogerla quedó esparramado en el suelo. Una muerte feliz piensa Millás y lo imagina con haces de luz del brillo que desprendía el envoltorio  de la pastilla.
"Si, ahora las envuelven muy bien, en papel de plata u oro. Que buen invento este del caldo concentrado, yo me tomo alguno esos días de invierno, cuando el frío nos entumece", reflexionaba Millás.
"Ese caldo que hacen con gallinas viejas, cuando ya no valen para poner huevos ni para reproducirse" Decía pensativo.

De repente, como despertando de un sueño o como si hubiese llegado a un gran descubrimiento, exclamó "¿Y por que no harán pastillas de caldo de los humanos?, pienso, que seremos más sabrosos y proteicos, además evitaríamos muchos problemas a nuestros herederos"


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