El abuelo de Amos Oz, Alexander, cuando tenía 93 años le dijo a su nieto que consideraba era el momento de hablar con el sobre mujeres. Amos ya tenía 36 años, llevaba 15 casado y tenía hijas adolescentes. Entre perplejo y divertido se encerró con el abuelo en su despacho. El viejo Alexander no solo se basaba en la teoría. LLegó a tener dos amantes al mismo tiempo y con 89 años se encerró con la señora Hershkovitz en una pensión durante una semana y no tuvo ni tiempo para llamar a casa.
Amos, dijo mirando para los lados para asegurarse de que estaban solos....LAS MUJERES, en algunos sentidos son exactamente iguales que nosotros. Pero en otros sentidos, son completamente distintas. Muy, muy diferentes.
¿En que sentido son exactamente iguales y en que sentido son muy, muy diferentes? Preguntó Amos muy intrigado.
El abuelo Alexander se levantó de la silla, sonrió y dijo: BUENO AUN ESTOY TRABAJANDO EN ESO.
Trabajó, investigó hasta el fin de sus días.
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