Miguel Macaya nació en Santander en 1964. Es un dibujante, pintor y grabador de origen cántabro afincado en Barcelona.
Macaya pertenece a una nueva generación de barceloneses de adopción, de pintores realistas para los que el reconocimiento ha llegado a finales de los años 90. Su obra, definida como existencialista y alejada de las corrientes vigentes, es actualmente muy solicitada por galeristas y coleccionistas de arte contemporáneo. La obra de Macaya, de reminiscencias goyescas, enlaza con la tradición de la pintura barroca y tenebrista española en el uso de la ironía, la técnica y el claroscuro, y está llena de personajes, animales y toreros.
El tratamiento de la luz es muy característico de la pintura de Macaya: sigue una línea clásica, española, que le otorga una fuerte personalidad como artista contemporáneo; esta manera de hacer, además, permite identificar rápidamente su obra. Artista hábil e inteligente, siente una gran preocupación por la luz y el negro. Representa las carencias humanas: lo universal que no puede identificarse y se convierte en ausencia.
Los personajes humanos de Macaya esconden tras una piel clásica que transpira virtuosismo, las fórmulas más contundentes para clavar estocadas llenas de ironía con las que rompe la aparente trascendencia del cuadro o del grabado. El pintor/grabador nos ofrece un espejo donde reflejar las incertidumbres y los desequilibrios intrínsecos al ser humano. Nos muestra figuras anónimas y descontextualizadas para hacerlas más próximas.
Su obra es existencialista en el sentido que representa una traición a la normalidad expresada mediante las carencias del ser humano. Los retratados, ya sean toreros o personajes acompañados de elementos que quieren expresar actualidad (un cigarrillo, un collarín ortopédico, unas gafas acuáticas,…), son seres anónimos, fracasados y tristes, que tal vez un día fueron violentos. Su angustia, absolutamente desprovista de dramatismo, aparece como cotidiana. Son personajes grises y de mirada triste o perdida, pero que consiguen transmitir la dignidad del ser humano ante el fracaso.