Como muchas mujeres de su época, Orsola Maddalena Caccia
(1596-1676), su padre la enseñó a pintar. Convertida ya en monja, contribuyó al
sostenimiento del convento mediante encargos privados. De este modo continuó
con una larga tradición de siglos de monjas con talento artístico
Caccia ayudó a introducir la pintura del bodegón en el Piamonte
y a menudo incluía detalles meticulosos en las obras religiosas. Mujer decidida,
capaz de crear a su alrededor una "verdadera escuela de pintura"-fue conocida
por los historiadores como "la monja pintora"
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