Jacinto, hijo del rey de Esparta, un joven tan bello que se dice que todos los dioses del Olimpo lo amaban. Apolo, hijo de Zeus y Leto, dios de la luz y el sol, la verdad y la profecía, la medicina y la curación, la música, la poesía y las artes y el ideal de la eterna juventud, solía bajar a la tierra a practicar deporte a orillas del río Eurotas. Un dia que Jacinto salió a cazar se encontró con Apolo y este, olvidando que Jacinto era un simple mortal, se enamoró perdidamente de él.
Una calurosa tarde de verano, los amantes, practicaban el lanzamiento de disco, uno de los juegos favoritos de Apolo, y para demostrar a su amante su destreza, lanzó el disco con una fuerza sobrehumana. Jacinto se lanzó a atraparlo pero Céfiro que se sentía muy agraviado por el rechazo del joven a sus requerimientos amorosos, desvió la trayectoria del disco y éste golpeó la cabeza de Jacinto. El joven gimió de dolor y cayó al suelo. La sangre manaba en grandes cantidades de su herida. Apolo intentó desesperadamente cerrar la herida, pero todo en vano. Mientras sostenía la cabeza del moribundo contra su pecho apareció Hades, el dios de los muertos, reclamando el cuerpo del muchacho. Apolo suplicó mientras sostenía la cabeza del moribundo y sus lágrimas caian a borbotones sobre el suelo. Así permaneció durante horas, sosteniendo el cuerpo exánime de su amante, mientras en el suelo, las lágrimas se mezclaban con la sangre de jacinto y una flor creció
Ovidio en su obra Metamorfosis narra:
'y veo en tu herida, mi culpa. Tú eres mi dolor y mi crimen; mi diestra ha de ser
inscrita con tu muerte: yo soy el responsable de tu final. Pero, ¿cuál
es mi culpa? A no ser que a jugar se le pueda llamar culpa, a no ser que
también a amar se le pueda llamar culpa. ¡Y ojalá se me permitiera
entregar mi vida en tu lugar o contigo! Pero puesto que debemos cumplir
la ley del destino, siempre estarás conmigo y quedarás en el recuerdo de
mi boca. En tu honor sonará la lira pulsada por mi mano, en tu honor
sonarán mis versos y como nueva flor imitarás mis gemidos. .
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