domingo, 26 de diciembre de 2021

JUAN LUIS LÓPEZ GARCÍA

 

Santiago de Compostela, 1894 – 1984. Pintor.

El compostelano Juan Luis López García fue un pintor prolífico, cuya producción se encuadra dentro de la corriente regionalista que insufla el arte español en el primer tercio del siglo xx, aunque, en su caso, y según los distintos momentos de su evolución, aparece teñida de ecos simbolistas, prerrafaelitas, modernistas y postimpresionistas.

Su padre, Juan López, poseía un taller de policromía de esculturas y de restauración de retablos, donde Juan Luis se inició en el oficio, aunque, verdaderamente, su formación pictórica corrió a cargo de Tito Vázquez, el creador, según el crítico de Blanco y Negro A. Méndez Casal, de la “escuela compostelana de pintura”; igualmente, también asistió a la Escuela de Artes y Oficios, siendo alumno de José María Fenollera. 

En 1912 participó con dos obras en la Primera Exposición Regional de Arte Gallego organizada por el centro gallego de Madrid: Autorretrato La abuela, las cuales obtuvieron un notable éxito, lo que llevó al Ayuntamiento de Santiago a concederle una beca para que se trasladara a Madrid, en donde, gracias a Bello Piñeiro y Francisco Asorey, entró en contacto con Bujados, López Mezquita y Romero de Torres.

De regreso a Santiago, reafirmó el mundo literario y simbolista de sus amigos madrileños, introduciéndose en el círculo de intelectuales que se organizaba en torno a la figura de Ramón María del Valle Inclán y que, además de escritores y poetas, contaba con la presencia de artistas como Castelao o Jesús Corredoyra.

Juan Luis llegó a ser considerado como el mejor intérprete pictórico de la obra del escritor, lo cual fructificaría en pinturas como Florisel o la Ofelia Aldeana, galardonadas en las Exposiciones Nacionales de 1917 y 1922 respectivamente con una 3.ª y una 2.ª Medalla. Asimismo, también participó activamente en la II Exposición Regional de Arte Gallego que, celebrada en el verano de 1917 en La Coruña, supuso la consolidación del regionalismo gallego, entonces destacado, juntamente con el vasco, por el crítico José Francés como el más creativo dentro del panorama artístico español.

En 1926 fue la Diputación de La Coruña quien lo becó para que se trasladase a París. Allí lo deslumbraron Manet, Renoir, Cézanne, Van Gogh y Gauguin, cuyo influjo empezó a percibirse en su obra. Sin embargo, latente todavía en él la veta simbolista, viajó en 1928 a Suiza en busca de la obra de Hodler y de allí pasó a Italia. En 1929, realizó el friso del pabellón gallego de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, premiado con la Medalla de Oro, y en 1931 volvió a París con otra beca de la Diputación coruñesa, consolidándose en su obra el influjo de Gauguin y Cézanne.

En 1934 logró la Medalla de Oro en el Certamen del Trabajo de Ferrol con Mujer desgranando maíz; seis años después la Medalla de 1.ª Clase en la Exposición Nacional de Barcelona con Pescadora y en 1942 la 1.ª Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes con Mujeres marineras.

Al año siguiente ganó por oposición la cátedra de Colorido de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge en Barcelona, desde la que impartió docencia hasta su jubilación en 1962, siendo, por su liberalismo y la frescura de su color, recordado por sus alumnos como un gran maestro. Una vez jubilado se instaló en Madrid, pasando, como ya hacía anteriormente, grandes temporadas en Galicia, en donde, en la pequeña aldea de A Anllada (Cuntis, Pontevedra), tenía abierto su segundo taller. En el año 1967 fue nombrado académico correspondiente por La Coruña de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.



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