La cultura mexicana siempre estuvo presente en su obra, incluso cuando se «contamina» de Europa en sus viajes al París de las vanguardias.
Su obra influyó a cientos de artistas y su vida sigue fascinando hoy por su irreverencia en lo político, su legendario hedonismo y un inexplicable atractivo para las mujeres.
Su verdadero nombre era Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez.
Muy joven viaja a París, entrando en contacto con la vanguardia y artistas como Pablo Picasso o Paul Cézanne, que lo introducen en el cubismo.
Viviría a lo largo de su vida en México, Ecuador, Bolivia, Estados Unidos, Argentina, Francia, Italia y España, y realizaría unas 10,058 obras, tendría 4 esposas y en torno a 50 amantes (registradas). Extraño, pues no era para nada guapo, aunque según se cuenta desprendía un magnetismo animal y saltaba a la vista su carismática personalidad.
Marxista (algo evidente en su obra) tuvo problemas en sus viajes a Nueva York al incluir el retrato de Lenin en el mural que pintó para el Rockefeller Center, que en principio era una oda al capitalismo. La obra sería destruída (hoy hay una réplica en el Palacio de Bellas Artes de Mexico DF).
Su obra, de enorme eclecticismo, chupó de todo el arte occidental y también del precolombino (el gusto por la pintura mural, sin ir más lejos). Destaca por su monumentalidad, para poder comunicarse mejor con las masas populares. Es evidente su ideología revolucionaria, y su obra es pura propaganda, sin connotaciones peyorativas.
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