POL NOS CUENTA LA HISTORIA DE SU NUEVO AMIGO AMERICANO
Holaaaaaa, si aún estoy vivo. Ahora estoy con la hija de mi ama, ya os lo he dicho. Comparto casa y comida con el imbecil y tengo que aguantarme porque mi cuerpo ya no responde para peleas.
Ya os he contado lo de mi amigo Cross, el perro americano, pulcro, instruído y buen tipo...Ahora he conocido a otro americano, Mr Bones...joer!!!(perdón pero su influencia está cambiando mi lenguaje)- que tío el Bones! Me hace mear con cada una de sus historias. Me meo de placer no por necesidades seniles.
Es un mestizo y ya sabeis que los que tenemos dudas sobre nuestra procedencia somos más reflexivos y psicológicos. A mi eso de chucho no me causa ningún complejo pero a Mr Bones, como no se ve al espejo, le gusta que lo reconozcan como un collie.
A los humanos les gusta decir eso de que el perro es "el mejor amigo del hombre"- mira queeee, espera que voy a esputar- que no es eso, simplemente nos utilizan para contarnos todas sus miserias y como ponemos "caras" piensan que los comprendemos.
Nos acostumbramos a ellos y llegamos a sentir verdadero terror al abandono cuando escuchamos eso de los refugios con dardos tranquilizantes y luces fluorescentes.
El último wasap me lo envidado Mr Bones desde la ciudad de Baltimore. Está en una calle maloliente, su amo, con una curda increíble, agarrado a una farola
Mi amigo americano me dice que se ha entretenido meando en todas las bocas de riego que ha encontrado pero ahora tiene frío y su estómago le está recordando que hace 36 horas que no come
MI AMIGO MR BONES
El amo de mi nuevo amigo americano se llama William, pero le gusta que le llamen Willy.
Mr Bones está convencido que más como amigo lo ha adoptado como una especie de guardaespaldas. Willy no es un mal tipo, más bien es un desarraigado. Su padre murió cuando el tenía doce años. Se quedó perplejo porque cuarenta y tantos no le parecía una edad adecuada para morirse. Intentó buscar un motivo para llorarlo... en su memoria sólo encontró largos silencios y golpes así que lo borró de su memoria.
Ahora tendría que vivir solo con su madre e ir al instituto.
La profesora de literatura le dijo que escribía muy bien y Willy se convenció que llegaría a ser premio Nobel. Se enamoró perdidamente de aquella profe rubia, pequeña y gordita y le escribía poemas todos los días. Pronto necesitó sustancias que activasen su imaginación, así que bebía y se clavaba todas las venas de su cuerpo con todo tipo de venenos.
Un día su profe, su amor, anunció que se iba, que tenía que seguir a su marido a un nuevo destino y Willy lloró desesperadamente. Le envió poemas a Baltimore durante muchos años, tantos que seguramente le darían para diez libros...
Años de convivencia con su madre. Aquella mujer que siempre quería tener la razón... si al menos fuera más flexible... Y llegó la universidad. Dos años de excesos hasta que lo encontraron tirado en el suelo con una botella de alcohol y comiendo sus propios excrementos. Despues el manicomio y vuelta al hogar.
A Willy no le intersaba la tele. Se tumbaba en el sofá y repasaba las imágenes que se reflejaban en la pared. Un día que se había quedado adormilado escuchó su nombre: WILLIAM. Buscó la voz...WILLIAM...Un Papá Noel gordito y colorado le hablaba desde la pantalla. Apagó la tele, pero le pudo la curiosidad y volvió a encenderla. Allí seguía aquel hombre diciendole que si, que le hablaba a el, a WILLIAM. Willy miró atentamente a aquel hombre mientras este le decía que no era nadie, que era simplemente un comemierdas
Willy lloró amargamente y decidió que se haría santo. Se cambió el nombre, a partir de ese día sería WILLIAM G. CHRISTMAS. A la mañana siguiente fue a una tienda de Manhattan e hizo que le tatuaran un Papá Noel en el brazo
Cuando volvió a casa y orgulloso enseñó el brazo a su madre se puso como loca. De su boca salió toda la historia de cuando tuvieron que huir de Polonia, la ley mosaica, como había podido su hijo tatuarse aquella imagen sobre una piel judía. Willy, que ya había tomado la determinación de hacerse santo, lo que menos quería era ofender a su madre, así que abandonó el hogar
Y así llegue a mi amo
Me despido, de momento. Mr Bones me envía misivas muy largas, ahora manuscritas, y me da mucho trabajo leerlas y transmitirlas, así que le he enviado la clave y a partir de ahora contará el directamente la historia
Bien, gracias Pol.
Como habíamos contado, mi amo, el señor William G. Christmas, abandonó el hogar antes de que su madre volviera a llevarlo al psiquiátrico. Lanzado al camino de la santidad, con una pequeña pensión de la parte que le correspondía del seguro de vida de su padre, deambuló por las calles, eso si, sin olvidar que en los días duros de invierno volvería a su casa de Brooklyn.
Años siguiendo la senda que Papá Noel le había indicado. Salvó a una niña de ahogarse, ayudaba a las ancianitas a cruzar las calles, convenció a dos mujeres que no se suicidaran y hasta dio su último dolar a un pobre que pedía en una esquina; pero como los santos no son siempre comprendidos, un día le pagaron con un balazo en una pierna y una puñalada en un hombro.
Los años habían pasado, William G. Christmas parecía ahora un mendigo desdentado, ya no se sentía fuerte, así que dudó entre comprar una pistola o hacerse con un perro... y así fue como llegué yo a su vida.
Cuando acudió al refugio de animales dudaron mucho de entregarme, pero definitivamente pasé de la teta de mi madre a los brazos de aquel raro ser.
Ya empezaba a hacer frío, así que los dos fuimos a Brooklyn.
Una vieja cascarrabias nos recibió a gritos. Yo no podía contener mi pis de cachorro y ella llenó la casa de periódicos. Allí pasamos todo el invierno. Yo descubrí los copos de nieve a través de la ventana, mientras mi amo escribía sus poesías durante horas. Recorría la casa y al poco tiempo ya conocía todos los muebles y olores. Distinguía perfectamente el olor de las zapatillas de Willy y las de su madre, la señora Gurewic, y tambien pronto conocí el timbre de la puerta y el del teléfono. Definitivamente la vida de los humanos era muy aburrida. Perseguía mi propio rabo hasta que me cansaba de dar vueltas y a las cucarachas que había debajo del fregadero... pero un día llegó la primavera...
Bien, gracias Pol.
Como habíamos contado, mi amo, el señor William G. Christmas, abandonó el hogar antes de que su madre volviera a llevarlo al psiquiátrico. Lanzado al camino de la santidad, con una pequeña pensión de la parte que le correspondía del seguro de vida de su padre, deambuló por las calles, eso si, sin olvidar que en los días duros de invierno volvería a su casa de Brooklyn.
Años siguiendo la senda que Papá Noel le había indicado. Salvó a una niña de ahogarse, ayudaba a las ancianitas a cruzar las calles, convenció a dos mujeres que no se suicidaran y hasta dio su último dolar a un pobre que pedía en una esquina; pero como los santos no son siempre comprendidos, un día le pagaron con un balazo en una pierna y una puñalada en un hombro.
Los años habían pasado, William G. Christmas parecía ahora un mendigo desdentado, ya no se sentía fuerte, así que dudó entre comprar una pistola o hacerse con un perro... y así fue como llegué yo a su vida.
Cuando acudió al refugio de animales dudaron mucho de entregarme, pero definitivamente pasé de la teta de mi madre a los brazos de aquel raro ser.
Ya empezaba a hacer frío, así que los dos fuimos a Brooklyn.
Una vieja cascarrabias nos recibió a gritos. Yo no podía contener mi pis de cachorro y ella llenó la casa de periódicos. Allí pasamos todo el invierno. Yo descubrí los copos de nieve a través de la ventana, mientras mi amo escribía sus poesías durante horas. Recorría la casa y al poco tiempo ya conocía todos los muebles y olores. Distinguía perfectamente el olor de las zapatillas de Willy y las de su madre, la señora Gurewic, y tambien pronto conocí el timbre de la puerta y el del teléfono. Definitivamente la vida de los humanos era muy aburrida. Perseguía mi propio rabo hasta que me cansaba de dar vueltas y a las cucarachas que había debajo del fregadero... pero un día llegó la primavera...
Mi vida de vagabundo
Nos lanzamos a las calles. Yo me sentía feliz porque mi amo tenía algo de perruno, le gustaba andar y andar sin rumbo fijo. Me hablaba y hablaba, haciendo distintas voces, lo que me despistaba mucho, pero pronto me di cuenta que era un ser muy inteligente, un filósofo. Me decía cosas como: Si el sol es amarillo y la luna blanca ¿Por que es el cielo azul de día y negro por las noches?- Como escritor tambien era bueno. A veces fotocopiaba poemas y los vendía por las plazas a un dolar. ¿Quien podía pagar un dolar por un poema si no era realmente bueno?
Me preguntaba si los humanos eran como los osos que hibernaban en invierno, pero no, porque cuando yo salía a hacer mis pises veía humanos caminando sobre la nieve
Siete años recorriendo ciudades y pueblos. Mis principales recuerdos están en Alburquerque cuando dormíamos en aquella fábrica abandonada y Greta aquella preciosa perrita con la que me había revolcado varias veces, Willy tambien se había enrollado con Wanda en Denver, una gordita simpática que lo mantenía con huevos duros. Recorrimos todas las ciudades y pueblos de Estados Unidos, eso si, sin olvidarnos de volver los inviernos a Brooklyn
La vieja, la señora Gurevitch, ahora me aceptaba. Me dejaba sentarme con ella y me acariciaba la cabeza mientras hojeaba una revista y hablaba. Aquel pobre chico, tan guapo, inteligente y listo, que mala suerte tenía en la vida...Si no estuviera tan loco...horas y horas dándole vueltas al tema. Yo me iba quedando dormido, ya no me quedaban dudas sobre la herencia genética de mi amo
Cuanto más conocía a mi amo, más convencido estaba que era una especie de dios. Tenía un alma perruna. Yo sabía que el tambien me adoraba. Un día, ya medio borracho, lo escuche decir en un bar: Los perros son muy inteligentes, su filosofía es " si no vale para comer ni para joder, echale una meada"
Me preguntaba si los humanos eran como los osos que hibernaban en invierno, pero no, porque cuando yo salía a hacer mis pises veía humanos caminando sobre la nieve
Siete años recorriendo ciudades y pueblos. Mis principales recuerdos están en Alburquerque cuando dormíamos en aquella fábrica abandonada y Greta aquella preciosa perrita con la que me había revolcado varias veces, Willy tambien se había enrollado con Wanda en Denver, una gordita simpática que lo mantenía con huevos duros. Recorrimos todas las ciudades y pueblos de Estados Unidos, eso si, sin olvidarnos de volver los inviernos a Brooklyn
La vieja, la señora Gurevitch, ahora me aceptaba. Me dejaba sentarme con ella y me acariciaba la cabeza mientras hojeaba una revista y hablaba. Aquel pobre chico, tan guapo, inteligente y listo, que mala suerte tenía en la vida...Si no estuviera tan loco...horas y horas dándole vueltas al tema. Yo me iba quedando dormido, ya no me quedaban dudas sobre la herencia genética de mi amo
Cuanto más conocía a mi amo, más convencido estaba que era una especie de dios. Tenía un alma perruna. Yo sabía que el tambien me adoraba. Un día, ya medio borracho, lo escuche decir en un bar: Los perros son muy inteligentes, su filosofía es " si no vale para comer ni para joder, echale una meada"
Se acerca el final
Estaba lloviendo, en mi pelo brillaban las gotas como perlas blancas. Mi amo, sentado en la acera, con la espalda recostada contra una pared de ladrillo. De su pecho salía un ruido muy raro, tosía mucho. Lo miré preocupado y apoyé mi cabeza sobre su pierna.
De su cuerpo, cubierto solo con una camiseta empapada salía un intenso calor. Expulsaba unas horribles flemas, las que no podía escupir caían por las comisuras de sus labios. Dormitaba y decía palabras inconexas. De repente se oyó el sonido de un trueno y como si hubiera vuelto del otro mundo me habló...
"Vamos camino de la ciudad del adiós, amigo"- dijo. Esa fue la primera vez que me habló de TOMBUCTÚ, aquella tierra cubierta de palmeras, donde siempre brillaba el sol y no había penas ni hambre. Comenzó a recitarme los consejos de Polonio a su hijo Laertes : "Llévate mi bendicióny graba en tu memoria estos principios:
no le prestes lengua al pensamiento,
ni lo pongas por obra si es impropio.
Sé sociable, pero no con todos.
Al amigo que te pruebe su amistad
sujétalo al alma con aros de acero,
pero no embotes tu mano agasajando
al primer conocido que te llegue.
Guárdate de riñas, pero, si peleas, haz que tu adversario se guarde de ti...
Apenas había salido del asombro cuando continuó " No prestes ni pidas prestado; pues quien presta pierde a menudo el amigo y lo prestado"
Estaba claro que había leído a Shakespeare...
Me alegré cuando comenzó a hablarme de cambiar el mundo, de llevar un poco de grises a los monótonos rincones del alma. De como se puede hacer un poema a un tostador y como conseguía escuchar las conversaciones de piedras y árboles...
Mis ojos brillaron de nuevo, mi amo volvía a ser MI AMO
De su cuerpo, cubierto solo con una camiseta empapada salía un intenso calor. Expulsaba unas horribles flemas, las que no podía escupir caían por las comisuras de sus labios. Dormitaba y decía palabras inconexas. De repente se oyó el sonido de un trueno y como si hubiera vuelto del otro mundo me habló...
"Vamos camino de la ciudad del adiós, amigo"- dijo. Esa fue la primera vez que me habló de TOMBUCTÚ, aquella tierra cubierta de palmeras, donde siempre brillaba el sol y no había penas ni hambre. Comenzó a recitarme los consejos de Polonio a su hijo Laertes : "Llévate mi bendicióny graba en tu memoria estos principios:
no le prestes lengua al pensamiento,
ni lo pongas por obra si es impropio.
Sé sociable, pero no con todos.
Al amigo que te pruebe su amistad
sujétalo al alma con aros de acero,
pero no embotes tu mano agasajando
al primer conocido que te llegue.
Guárdate de riñas, pero, si peleas, haz que tu adversario se guarde de ti...
Apenas había salido del asombro cuando continuó " No prestes ni pidas prestado; pues quien presta pierde a menudo el amigo y lo prestado"
Estaba claro que había leído a Shakespeare...
Me alegré cuando comenzó a hablarme de cambiar el mundo, de llevar un poco de grises a los monótonos rincones del alma. De como se puede hacer un poema a un tostador y como conseguía escuchar las conversaciones de piedras y árboles...
Mis ojos brillaron de nuevo, mi amo volvía a ser MI AMO
WILLIAM G CHRISTMAS HA LLEGADO A TOMBUCTÚ
William G. Christmas, mi amo, continuaba hablando: "Amigo mío, no te he conseguido una formación, ni siquiera sabes escribir a máquina, no te dejo una pensión..." ¿Me va a abandonar? Me preguntaba. Tambien me confesó que estabamos allí en Baltimore para buscar a Bea Swanson, aquella profesora pequeña, gordita, el único amor de su vida. Comenzó a recitar un poema y su voz se fue apagando. Preocupado acerqué mi oreja a su pecho. Respiraba... comenzó a roncar así que me acurré al calor de su cuerpo y me quedé dormido
De madrugada nos despertó el sonido de una sirena. De un coche bajaron dos policías y yo corrí a refugiarme en una esquina. Willy me había advertido de no fiarme nunca de gente uniformada.
Desde mi posición pude ver como introducían a Willy en una ambulancia...Bea Swanson decía repetidamente y daba una dirección. Un camillero le pidió tranquilidad. Willy me miró y con ojos suplicantes dijo: "Amigo mio, Mr Bones, huye, no te dejes pillar".
Corrí tanto que me pareció haber cruzado todo Estados Unidos. Extenuado, con las patas heridas me tumbé en un parque. Hacía mucho tiempo que no comía pero no podía levantarme. ¿Como iba a sobrevivir? Recuerdo con que desprecio mirabamos mi amo y yo a los perros vagabundos, y ¿Que era yo ahora? A media noche me desperté sobresaltado, una terrible sensación recorrió mi cuerpo- MI AMO, Mr William G. Christmas había llegado a TOMBUCTÚ-
Si quieres saber que ha sido de Mr BONES busca el libro
TOMBUCTÚ de Paul Auster
De madrugada nos despertó el sonido de una sirena. De un coche bajaron dos policías y yo corrí a refugiarme en una esquina. Willy me había advertido de no fiarme nunca de gente uniformada.
Desde mi posición pude ver como introducían a Willy en una ambulancia...Bea Swanson decía repetidamente y daba una dirección. Un camillero le pidió tranquilidad. Willy me miró y con ojos suplicantes dijo: "Amigo mio, Mr Bones, huye, no te dejes pillar".
Corrí tanto que me pareció haber cruzado todo Estados Unidos. Extenuado, con las patas heridas me tumbé en un parque. Hacía mucho tiempo que no comía pero no podía levantarme. ¿Como iba a sobrevivir? Recuerdo con que desprecio mirabamos mi amo y yo a los perros vagabundos, y ¿Que era yo ahora? A media noche me desperté sobresaltado, una terrible sensación recorrió mi cuerpo- MI AMO, Mr William G. Christmas había llegado a TOMBUCTÚ-
Si quieres saber que ha sido de Mr BONES busca el libro
TOMBUCTÚ de Paul Auster
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