Washington dice adiós a Connie
Nació en Vigo en 1945. En 1960 emigró a Nueva York y trabajó en la Embajada de España. Se casó con un italo-americano y tras el golpe militar en Argentina fueron a Buenos Aires y adoptaron una niña, a la que llamaron Olga. Conchita perdió la custodia de la niña tras la separación y fue internada en un psiquiatrico.
Este drama familiar la llevó a manifestarse en la plaza Lafayette durante 35 años. Reivindicación que con el tiempo dejó de ser algo personal para convertirse en la voz del pacifismo.
Siempre llevaba puesto un casco de moto porque sospechaba que el gobierno americano le enviaba rayos láser invisibles para hacerle el cerebro papilla. Hablaba rápido y contra todos. Desde Bush, Aznar o Felipe González. Solo abandonaba su puesto bajo una sombrilla tapada con plásticos, dos veces al día.
Murió en un refugio para personas sin hogar. Desde 1912, cuando un taxi la tiró de una bicicleta, vivía acogida en la Peace House, una asociación pacifista, y para evitar que las autoridades desmontaran su tenderete, voluntarios de la asociación se turnaban las 24 horas y Conchita iba solo un rato al día
Tomás García Morán, periodista de la Voz de Galicia tuvo la suerte de conocerla
Dios me ha puesto aquí por alguna razón», me dijo. «Pero aunque volvieran solo mis huesos, me gustaría regresar allá, a Galicia. No quisiera que me enterraran aquí».
Le dijo
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